Todos somos… ¿quién?

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English: San Juan Tramway down Ponce de León in Miramar, Santurce, Puerto Rico (Photo credit: Wikipedia)

Lo primero que escuché sobre el caso del joven publicista José Enrique Gómez Saladín fue como para darme algo de miedo.  Llevaba informado como “desaparecido” desde el jueves 29 de noviembre de 2012 (exactamente una semana después del Día de Acción de Gracias), y entre las primeras cosas que habían salido a relucir estaba el vía crucis que lo llevaría a retirar dinero de un cajero automático o máquina ATH, mientras un delincuente—su presunto secuestrador—se le mantenía detrás observándole para que no hiciera ningún truco que fuera a empeorar las cosas.  Dicen que en su rostro se notaba la desolación de no poder zafarse de eso, de saber que su tiempo en este mundo estaba contado, que en cualquier momento podría perder ese algo tan valioso que se aprecia de veras cuando se está en una situación difícil: la vida.

(Normalmente, esa clase de imagen me causa pesadillas, tan sólo de pensar en lo que debía estar pasando por la mente de la persona en ese momento aciago.  Tal vez será por eso que trato de evitar esa clase de imagen a toda costa.)

Y mientras sucedía eso, todo el mundo estaba en vilo, esperando por un milagro que lo devolviera a donde sus seres queridos, aun si fuera que se hubiese “perdido en el camino a su casa”.  Espera en la que mucha gente se solidarizó con el desaparecido, en la que mucha gente asumió otra identidad: #YoSoyJoseEnrique.  Espera y esperanza que en ese momento me parecieron un poco cuestionables, tal vez por tratarse de la profesión de este caballero: publicista.  Y les aclaro que digo esto porque yo me preguntaba entonces (aún sin conocer los detalles del caso) si la vida de un publicista tenía más valor que la del hijo o la hija de la empleada doméstica o de la conserje escolar o la de la empleada de un comedor escolar—también expuesta a ser objeto del desquicio de quien quiera privarl@ de su libertad por el dinero que le pueda sacar a un cajero automático—, como para desatar toda una ola de solidaridad que produjera el tan ansiado milagro.

Lo próximo fue saber que el ansiado milagro no se habría de dar nunca.  Saber que el joven había sido víctima de una trama en la que estaban involucrados individuos movidos por el vicio de la droga ilegal y por la prostitución.  Saber que después de retirar dinero de la máquina ATH su destino sería otro, un destino en el que sería agredido de muerte y dejado abandonado en lo que una vez fuera un campamento penal en Cayey, no muy lejos de donde empezó el drama final, en lo que se dice que es un foco de prostitución en Caguas.  Y ahí fue donde se empezó a caer la esperanza.  Donde la cruda realidad confesada por quienes habrían participado de su suplicio salió a la luz.  Donde una prostituta, una amiga de ésta y dos varones, todos ellos enviciados, atraparon su presa y le causaron su sufrimiento final, sólo por satisfacer su vicio sin más consideración.

Y ese golpe que nos dio la realidad fue muy duro y contundente.

Fue un golpe que nos llevó a despertar a una de esas realidades que nos empeñamos en no querer ver, por más que insiste en dejar ver su feo rostro: la de los focos de prostitución, como el lugar de Caguas al que me refería anteriormente (un sector de la calle José Padial), donde se practica la prostitución femenina y masculina.  (Que tal vez sea igual de peligroso que la zona entre las “paradas”* 15 y 18 en Santurce.)  Pero también destapó—sin proponérselo—una caja de Pandora, luego de que una conocida muñeca chismosa que ostenta a los cuatro vientos conducir el programa #1 de la televisión puertorriqueña… ¿he mencionado nombre yo?… editorializara y cuestionara la razón de que la víctima hubiera encontrado la muerte en las circunstancias en las que la encontró.  En el que a juicio de much@s de nosotr@s—y yo también me incluyo—fue el momento más inoportuno.  Un momento en el que—como diría una querida ex-compañera de trabajo que siguió hacia el ejercicio de la abogacía—la conocida muñeca chismosa juzgó y adjudicó, olvidando que hay heridas emocionales que todavía no habían sanado (o no han sanado para cuando escribo esto) y que siempre habrá un tiempo para saber el por qué, el cómo y el cuándo de lo que ocurrió.  Y eso, le guste o no, tiene consecuencias económicas para el medio en el cual se difunde su programa (WAPA-TV), ya que por más que el presidente de ese medio lo defienda,** en pocos días ha perdido pautas publicitarias importantes, de productos y servicios que parece que no quieren seguirse ensuciando las manos, invirtiendo en publicidad para un vehículo de odio y de desprecio.

(Aunque lo cierto es que de una persona que tal vez no resistiría el escrutinio que hice un tiempo atrás, al final de esta entrada, no podría esperarse algo positivo.  Máxime cuando es de l@s que por un lado echan bendiciones, pero por el otro buscan destruir a quien no se amolda a su mundo perfecto.  Un mundo en el que las cosas—gústele a quien le guste—no son “en blanco y negro”, o más bien, tienen demasiados tonos de gris.  Pero ya eso es otra cosa.)

Y aun si estuviéramos de acuerdo en que un hecho violento y trágico como éste no tenía razón de haber ocurrido, ese no era el momento para condenar a la víctima por infligirse su propio daño (¿no será acaso otra variación de “matar al mensajero por ser quien llevó la mala noticia”?).  Total, ya habrá tiempo para que las autoridades averigüen por qué la víctima fue a parar a este matadero, si hubo algún afán de parte de esta persona, de sentirse mejor que lo que estaba—a la vista del mundo, particularmente de sus amigos y compañeros que entendían conocerlo bien—, o si esta persona tenía alguna necesidad emocional no resuelta (y cuán apremiante era)… ya habrá tiempo para entender mejor lo que ocurrió.

Pero ya, como quien dice, lo hecho ya está hecho, particularmente el daño.  Y dondequiera que esté, el espíritu del joven publicista José Enrique Gómez Saladín estará observando con asombro el mundo terrenal que fue forzado a dejar, observando con asombro las trágicas consecuencias de lo que le sucedió.

¡Y vamos a dejarlo ahí!  Cuídense mucho y—por lo que más quieran en esta vida—pórtense bien.


* Para los que no conocen realmente la ciudad de San Juan, la designación “parada #” hace referencia a las paradas (creo que son alrededor de 40) que hacía un antiguo sistema de tren liviano o “trolley” que circulaba por San Juan—especialmente a lo largo del eje formado por las avenidas Manuel Fernández Juncos, Luis Muñoz Rivera y Juan Ponce de León, desde Santurce hasta Río Piedras Pueblo—a principios del Siglo 20.  Esa designación ha sobrevivido hasta nuestros días, y es usada principalmente por el sistema de transporte.

** Ésta no es la primera vez que el presidente de la televisora en cuestión, Sr. José Ramos, defiende el espacio televisivo en el que se hicieron las manifestaciones de la discordia.  Ya anteriormente tuvo que defenderlo cuando se levantó una protesta en torno al odio que la conocida muñeca chismosa destila en contra de las personas homosexuales, lesbianas, etc.  (O sea, los que otras personas con mentalidad similar llamarían “torcidos”.)  Ahora bien, me pregunto si esta defensa es por puro interés empresarial (y que conste, él tiene todo el derecho de defender a su empresa)… ¿o será que la conocida muñeca chismosa le tiene un precio a la cabeza del señor Ramos?  Es algo que debería dar de qué pensar.


LDB

3 comentarios sobre “Todos somos… ¿quién?

  1. (ACTUALIZACIÓN PARA EL RÉCORD—20 DE ENERO DE 2013) Amigas y amigos, mi gente: ¿Qué es lo que siempre se le dice a quienes tienen la responsabilidad de presentar programas en la televisión en los que se pretende informar y entretener? Pues que tienen una responsabilidad para con quienes «consumimos» información (me suena un poco raro y por eso las comillas) de ser precisos y veraces en la información que van a presentar. ¿Y cuando van a comentar una noticia de gran envergadura, relacionada con un hecho violento que ha conmovido a todo un pueblo? Pues que se aseguren de plantear todos los ángulos posibles de la información, sin ninguna clase de prejuicio o fanatismo—venga de donde venga ese prejuicio o fanatismo, ya sea político, religioso o de otra índole—y sin la soberbia que nace del pensarse que se tiene agarrada la verdad, como la (o «el») sartén por el mango («y el mango también», como decía Alberto Cortez). ¿PERO SOBRE TODO? ¡QUE SE CUIDEN! Y eso fue lo que la conocida muñeca chsimosa y su manejador… ¿he mencionado nombres yo?… no hicieron. Y lamentablemente, eso les costó que el Sr. Joe Ramos—de quien creo que puedo decir con satisfacción que, sin necesidad de responder a críticas como la que le hice al final de esta entrada, demostró que yo me había equivocado con él, lo que en ese sentido, se le agraece mucho—tomara medidas para controlar el daño que le hizo a su empresa la fuga de anunciantes de envergadura, como la de grabar su programa con un par de horas de anticipación, a fin de «asegurar» que el contenido ulterior que saliera al aire no fuera ofensivo ni atentara contra ningún sector de la sociedad que se sintiera de esa manera. Lamentablemente, parece que eso no le gustó al manejador de la muñeca, quien optó por recoger sus bártulos e irse de la emisora, con el resultado de la cancelación de su programa después de 14 años en antena. Una pena por la pérdida de un taller de trabajo local para los técnicos, los productores y las 2 corresponsales que tenía el programa (y con la situación de la televisión puertorriqueña en las últimas 3 ó 4 décadas, cualquier taller que se cierra en esa industria es una pérdida lamentable—por peor que sea ese taller). Y entonces, ¿que pasará ahora? ¿Acogerán un programa como ése en algún otro canal televisivo en Puerto Rico? (Yo creo que ni en el «Canal de la Mona»…) ¿Y los que sintonizaban el programa para «informarse»? Además de «echarle pestes» a los que encabezaron el «boicot», tendrán que buscar una alternativa—que ya se está anunciando que viene para el mes de febrero (digo, cualquier cosa que nos libre de ver repeticiones de seriales enlatados como «NCIS» o «Hawaii Five-0″—la nueva versión… aunque me hubiera gustado que ubicaran a esa hora la vieja versión, para que la gente de hoy compare). ¿Y que hay de las «cruzadas» que llevaba ese programa, para encontrar los asesinos del niño Lorenzo González Cacho (cuya madre, Ana Cacho, era la sospechosa «de facto» de la muñeca) y de la señora Carmen Paredes (cuyo esposo, el hijo de un juez federal, está acusado de los hechos mientras escribo esto)? (Yo no sé ustedes, pero a mí se me hace que las mismas eran meramente ganchos publicitarios para la sintonía del programa, pero ya esos son otros veinte pesos…) A lo mejor la nueva administración del gobierno puertorriqueño se pone en sus pies y hace algo—muy a pesar de la muñeca—porque ambos casos prosperen, pero aún estamos en el comienzo del año y del cuatrienio. En fin, creo que para much@s va a ser una «resaca» muy fuerte ésta, luego de un vicio de casi 3 lustros (para los que no entienden lo que acabo de escribir, eso es casi 15 años) de estarse guiando por un programa de chismes, que cayó víctima de su propio éxito… ¿o no será más bien, de la propia soberbia de quien lo conducía? ¡Yo qué sé!

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