En esta etapa no hace falta decirlo, pero a mí también me tomó por sorpresa la muerte del genial comediante Robin McLaurin Williams el lunes pasado (11 de agosto de 2014), a los 63 años de edad. Un ACTOR con mayúsculas, de esos que siempre tuvo—y aún tenía—tanto talento para dar. Que como decimos en Puerto Rico, le podía sacar punta a una bola. Que cuando menos un@ se lo esperaba, salía con una ocurrencia o hacía una imitación de algún famoso… ¡y había que reírse obligado! Porque él tenía ese talento difícil de igualar.
Pero más me tomó por sorpresa que él se hubiera suicidado por ahorcamiento, a causa de una depresión con la que él lidiaba desde hacía mucho tiempo (y hasta lo había dejado saber en muchas entrevistas a lo largo de los años). Depresión tal vez causada por los vicios que suelen tomarse de la mano con la fama (ustedes saben a qué me refiero)—y puede ser que hasta agravada por un reciente diagnóstico de enfermedad de Parkinson.
El caso es que según pasaba el tiempo y se conocía más de lo sucedido, me vino a la mente algo que yo había visto por primera vez, hace demasiado tiempo como para acordarme.
“Viendo a Garrick—actor de la Inglaterra—
el pueblo al aplaudirlo le decía:
‘Eres el más gracioso de la tierra,
y más feliz…’ y el cómico reía.“Víctimas del spleen, los altos lores
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores,
y cambiaban su spleen en carcajadas.“Una vez, ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrío:
‘Sufro—le dijo—, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.“‘Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte;
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única pasión la de la muerte.’“—Viajad y os distraeréis.
—¡Tanto he viajado!
—Las lecturas buscad.
—¡Tanto he leído!
—Que os ame una mujer.
—¡Si soy amado!
—Un título adquirid.
—¡Noble he nacido!“—¿Pobre seréis quizá?
—Tengo riquezas.
—¿De lisonjas gustáis?
—¡Tantas escucho!
—¿Qué tenéis de familia?
—Mis tristezas.
—¿Vais a los cementerios?
—Mucho… mucho.“—De vuestra vida actual ¿tenéis testigos?
—Sí, mas no dejo que me impongan yugos:
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos, mis verdugos.“Me deja—agrega el médico—perplejo
vuestro mal, y no debe acobardaros;
tomad hoy por receta este consejo
‘Sólo viendo a Garrick podréis curaros’.“—¿A Garrick?
—Sí, a Garrick… La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquel que lo ve muere de risa;
¡Tiene una gracia artística asombrosa!“—¿Y a mí me hará reír?
—¡Ah! sí, os lo juro;
Él sí; nada más él; mas… ¿qué os inquieta?
—Así—dijo el enfermo—, no me curo:
¡Yo soy Garrick!… Cambiadme la receta.“¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!“¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro ríe!“Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste: la sonrisa.“El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto,
y también a llorar con carcajadas.”Reír Llorando, por Juan de Dios Peza (poeta mexicano, 1852–1910)
¿Coincidencia, tal vez? ¡Qué se yo! Tal vez Williams sufría del mismo “spleen” que el Garrick del poema del mexicano Juan de Dios Peza.* Y si por lo menos una de las fuentes en las que busqué hoy está en lo correcto, el “spleen” al que Peza se refiere es mucho peor que la depresión o el “stress” (lo siento, nunca me acostumbraré a escribir “estrés”). Es el hastío de la vida. Es el cansancio de vivir, la pérdida de toda esperanza. Es lo que en Puerto Rico llamaríamos vulgarmente (si me lo disculpan mis lectores/as fuera de Puerto Rico), estar “apesta’o” de la vida.
Es algo que vi antes—y aun hoy se me sale una lágrima cuando pienso en ese antes.
“Sea como sea, la noticia de que alguien a quien se conoce… ha optado por resolver los problemas angustiosos de su vida privándose de la misma, nos deja muy consternados. Nos deja con la sensación de que… viven por dentro un infierno, una situación mental tan angustiosa que no las deja ver más allá. Nos deja con una sensación de vacío, de que nos hará cada vez más falta, de que nuestro mundo dejó de ser el mismo ante su partida al más allá.
“Pero bueno, la vida continúa para l@s que quedamos atrás…”
Y lamentablemente, así tendrá que ser. La vida continúa para el resto de nosotr@s, tal vez menos completa, sufriendo por el “spleen” que nos causa tanta guerra, tanta violencia, tanta mediocridad, tanta codicia y tanta corrupción. O sea, que tendremos que seguir riendo con llanto, llorando con carcajadas. Pero seguiremos viviendo, recordando siempre esto:
“Por más angustiosa que sea la situación por la que pasan nuestras vidas, ¡no debemos rendirnos NUNCA!”
¡Mil gracias y buen viaje, Robin McLaurin Williams! ¡Hazlos reír a carcajadas, a dondequiera que hayas ido!
¡Que así sea!
* Valga aclarar que aunque el poema basa libremente—tal vez demasiado libremente—su trágico protagonista en la figura del actor teatral inglés David Garrick (1717–1779), este último, en realidad no nacido noble, no se dedicó únicamente a la comedia; de hecho, se le considera como uno de los mejores actores del teatro inglés del Siglo 18, si no el más destacado.
LDB