Te puede pasar a ti también

Ya casi han pasado 2 semanas desde que ocurrió lo impensable, que alguien tuviera el atrevimiento de ensañarse contra el orden y la ley en Puerto Rico.  Dos semanas desde que una representante del Ministerio Público se convirtiera en víctima de un acto criminal.  Y para colmo, casi a la puerta de su casa, donde la esperaba su familia, donde podía sentirse protegida del desquicio del mundo exterior, donde ella se podía sentir en paz consigo misma y con la vida.

Mientras escribo esto, vamos para 2 semanas desde el asesinato a balazos de la fiscal Francelis Ortiz Pagán, justo cuando llegaba a su casa de practicar su oficio.  Un oficio en el que ella estaba despuntando, como acusadora contra elementos criminales de alto riesgo para una sociedad puertorriqueña que se precia de ser civilizada.  Un oficio arriesgado, de esos que hacen que quien lo practique tenga que ser cautelos@.  Pero que alguien tiene que hacer por el bien de este país.

Y aun así, ocurrió lo impensable comoquiera.

De inmediato, la conmoción y la especulación fueron la orden del día.  Que si fue algún delincuente que dio la orden para que la mataran, así como lo hubiese dispuesto en su tiempo Pablo Escobar en Colombia.  O como le alcancé a escuchar decir a un chismoso en mi lugar de trabajo (¡y tod@s tenemos uno de ésos bocabajo en nuestros lugares de trabajo!), que en el lucimiento de su ignorancia dijo que había sido el esposo de ella—quien resulta ser otro abogado altamente reconocido en Puerto Rico—que la había mandado a matar.  Y eso, ¿para qué?  ¿Para dejar huérfana intencionalmente a una niña de poca edad—que como quiera tendrá que llevar la dolorosa carga de haber perdido a su madre de una manera tan cruel?  La verdad es que para insinuar una cosa como ésa hay que ser…

Total, que al final resultó que se trató de un intento de robo violento del vehículo de la infortunada y que resultó en violencia, al no poderse lograr el objetivo de despojarla de su vehículo.  Y todo, porque a uno de los sospechosos se le antojó el vehículo en el que ella iba.  Ni que fuera un trofeo de caza, aunque de todos modos, como lo confesaba el mismo sospechoso hace unos días, de eso se trataba, de salir de noche en busca de autos que robar, sin importar a quién se los quitaban.

Y eso lo hace muy espantoso.  Porque pone de manifiesto lo grave que es el problema de criminalidad en Puerto Rico.  Un problema con el que gobierno que viene y gobierno que va han estado lidiando sin resultados que valgan la pena.  O del que tal vez se beneficia tácitamente, como aquella hipótesis que mencioné en una ocasión anterior.

Pero lo más espantoso es que pone de relieve esa frase que nos viene desde tiempo inmemorial: puede ocurrirle a cualquiera.  No importa si eres rico o pobre.  Hombre o mujer.  Obrero o profesional.  Persona sola que tal vez no tenga alguien que la apoye, o aquélla que tiene un hogar y una familia que la espera.

De hecho, aunque a mí personalmente no me ha sucedido algo tan fuerte como lo de la fiscal asesinada (excepto por 2 ocasiones en las que me han robado vehículos que he tenido), en mi entorno personal ha sucedido.  Yo conozco de por lo menos alguien muy allegado a mí que tuvo que pasar por la horrible experiencia de ser secuestrad_ (y escribo esa palabra así intencionalmente, espero que entiendan el por qué) durante un robo violento de su vehículo, que afortunadamente sobrevivió y por el que actualmente hay una persona convicta y encarcelada.  Y déjenme decirles, no es fácil lidiar con una experiencia como ésa, y algunas personas que la han vivido no salen muy bien de la misma.  Pero esa persona muy allegada a mí sobrevivió y está haciendo su vida, tan en paz como le sea posible.

Porque vivir en paz en el Puerto Rico de hoy en día se está volviendo imposible.  Y más cuando se tiene que salir a la calle sin saber si se regresará a la casa san@ y salv@, expuest@ a verse—sin querer—en medio de un tiroteo entre carros, o en el lugar de trabajo o en algún lugar público supuestamente seguro—como en el caso de la joven que recién había dado a luz en un hospital de Mayagüez, sólo para morir acuchillada por un adicto que se puso una bata de médico para engañar a medio mundo y buscarse “la cura”.

Así es como nos tienen a los que estamos en la rueda de abajo.

Mientras tanto, la partidocracia portoricensis se entretiene tratando de perpetuarse y de poner obstáculos a quienes no la favorecen, las arcas del país se siguen vaciando en una caída libre hacia el abismo y se sigue tratando de perpetuar una situación política a la que se le ha visto la costura.  ¡Y a Dios que reparta suerte!

En lugar del cierre habitual de la entrada, lo que me resta por hoy es desearle un buen viaje a la fiscal Ortiz, en la esperanza de que lo poco que hubiese podido lograr a lo largo de su carrera haya sido de beneficio para una sociedad agobiada como la nuestra, y que dondequiera que ella esté, tenga la satisfacción de que habrá justicia.  Costará mucho trabajo, sudor y sacrificio, pero no dudo en que se logrará.

¡Que así sea!

LDB

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