Amigas y amigos, mi gente,
Cuando un@ cree que las cosas en Puerto Rico andan muy mal—con una crisis económica que lleva cociéndose desde hace décadas (gracias a los incompetentes que tenemos la desdicha de elegir cada 4 años, sin una verdadera esperanza de que las cosas cambien para mejorar), una ola delictiva en la que no se respeta ni la vida de las autoridades (recién en estos días mataron a un policía en un ataque de apariencia profesional), y una crisis medioambiental provocada por falta de visión y de capacidad para medir las consecuencias de no prever los golpes de la naturaleza, y que puede llevarnos a morirnos de sed en un futuro no muy lejano—, sólo hay que mirar hacia afuera y ver que las cosas podrían ser peores que acá.
Tal parece ser el caso de la contienda electoral estadounidense para las elecciones del martes, 8 de noviembre de 2016, que al momento de escribir esto está dando sus pasos de bebé post-gateo. Una contienda en la que parece ser que cualquiera que esté dispuest@ a divertir al vulgo y sacarlo de lo que debería ser un proceso serio y ponderado, es capaz de montarse en una tribuna y decir cuanta cosa se le ocurra para granjearse apoyo de un electorado cautivo. Tal parece ser el caso de—y aunque estoy tratando de contenerme para no mencionarlo por nombre en este blog, simplemente no puedo, tengo que mencionarlo… total, ¡que se fastidie esto!—míster Donald Trump. Un magnate multimillonario que parece que un día se despertó con deseos de hacer un gran negocio con la vida y las aspiraciones de los estadounidenses, y decidió probar suerte postulándose como pre-candidato republicano a la presidencia estadounidense.
Y tremendo negocio que ha estado haciendo desde entonces. No hay más que verlo tirando insultos a diestro y siniestro, bajo la guisa de “cantarlas como las ve”, para luego hacerse pasar por un incomprendido que rechaza ser “políticamente correcto”. Y empezó tirándole a los seres que, por la razón que sea, tienen que emigrar desde el “south-of-the-border” en busca de “una vida mejor”. Especialmente los que se ponen, queriendo o no, del lado contrario de la ley para lograrlo. Y con su boca de comer dijo que todo lo que México envía desde el otro lado de su frontera eran ladrones, asesinos, traficantes de drogas, etc., etc., etc. (No lo tomen a mal quienes me estén leyendo desde México, pero no quiero ni pensar en qué hubiera dicho—si él llegó a decir algo y la prensa no lo captó—sobre las mujeres que llegan dentro de esa misma ola humana…) Y entonces habló de que—de materializarse el absurdo sin fin de que resultara electo—haría deportar a unos 11’000’000 de indocumentados actualmente en circulación por todos los EE.UU. y mandaría a construir una enorme muralla en la frontera estadounidense-mexicana… ¡y que haría que el gobierno mexicano pagara la construcción de la muralla en su totalidad!
La primera vez que yo escuché esas expresiones, pensé que eso era un tremendo disparate. Por varias razones. Para empezar, míster Trump hace ahí una generalización muy peligrosa, que refleja la ignorancia y estupidez de quien no conoce—y ciertamente le importan 3 ca…rambas—la historia ni las circunstancias humanas, además de reflejar arrogancia y un fuerte desprecio por la otredad que, le guste o no, forma parte del entretejido social estadounidense y circundante. Ignorancia, estupidez, arrogancia y desprecio que no se borran haciendo, cuando mucho del daño está hecho, una salvedad pasajera de que…
“Y algunos de ellos… yo presumo que son buenas personas.”
(Como si la suya fuera la única nación del mundo donde el 100% de la gente es buena—incluidos los policías que te perfilan o hasta te matan si no eres blanco o si hablas con un acento diferente, o los delincuentes que te asaltan, te violan o te matan, y los hay de todos los colores. Sí, todos ellos son buenos… ¡sí, Pepe!)
(Además de poner en evidencia aquello de que “todas las generalizaciones son malas… ¡incluida ésta!” )
Segundo, para evitar que la maldad entre por la frontera del sur—y por la del norte, ¿no entra maldad alguna, eh?—, él propone la construcción de una muralla alta. Dicen los entendidos que esa muralla tendría que extenderse por unas 2’000 millas (3’200 kilómetros) de frontera común, a un costo (según lo vi en alguna fuente noticiosa que hizo el ejercicio intelectual de buscarle las 4 patas a este gato) estimado en US$14’000’000’000. Y él, que tiene los bolsillos tan llenos de dinero, no será quien pague por su construcción, sino el gobierno mexicano. Un gobierno que—y aquí pido me disculpen quienes estén leyendo esto en México, y cada lunes cuando veo las estadísticas de este blog veo que son much@s lectores(as) en ese país—tiene que lidiar con problemas muy serios. Problemas de tráfico y consumo de estupefacientes, secuestros, violencia a manos de los cárteles de la droga… además de situaciones de ineficiencia y corrupción gubernamental que, gusten o no, se conocen más allá de las fronteras nacionales. Y ni hablar de la pobreza y el subdesarrollo en muchas de las grandes ciudades del país, incluida la capital de la república.
Pretender que una nación que trata de atender sus propios asuntos a duras penas, le resuelva los problemas de delincuencia a su vecino del norte porque a éste “no se le pega la regalada gana” de profundizar en las causas de esos problemas y conversar, entablar un diálogo, y buscar las áreas comunes para resolverlos (¿no será eso pedir demasiado?), a mí me parece no sólo absurdo. Es una injusticia.
Pero más que injusticia, es arrogancia. Arrogancia que parece reflejar el renacer del “Ugly American” (o por lo menos, su renacer en público, porque no creo que haya desparecido del todo). Un “Ugly American” que pretende resolver los problemas del mundo a la trágala, sin ensuciarse mucho las manos.
Pero volviendo al tema, se dice que eso ha iniciado la reacción visceral de media humanidad en contra del magnate. (Aunque bien podría ser que como en el caso de la caída en desgracia de la conocida muñeca de trapo que contaba chismes por la tarde en el prime time televisivo boricua… ¿he mencionado nombre yyyyyyyyyo?… la causa que mucha gente cree que la ocasionó no es necesariamente la verdadera razón por la que ocurrió. Pero yo creo que estoy todo enredado. ) Desde la cadena televisiva estadounidense para la que estelarizaba un “reality show” en el que eliminaba a los participantes que no dieran la talla con un firme “You’re fired!”, hasta las que le daban foro para el certamen de belleza (muchas veces criticado por “gringocéntrico”) de Miss Universe (que tiene de internacional lo mismo que la Serie Mundial del Major Leage Baseball), muchas organizaciones hicieron a coro la “negación de Pedro” y le sacaron el cuerpo.
¿Y él? Pues “thank you very much!”. No me hacen falta, desde la televisora que le da un “voto de confianza” a un presentador noticioso mitómano (en referencia a la embarazosa situación que llevó a la suspensión del periodista de NBC, Joe Isuzu Brian Williams, en febrero de 2015) hasta el canal que ven esos mismos ladrones, asesinos, traficantes de drogas, etc., etc., etc. que nos envía México (digo, ¿se estará refiriendo a Univisión?). Yo voy a seguir haciendo lo que me salga de los huahua* y voy a seguirlas cantando como las veo, que para eso la gente “white anglo-saxon protestant” me quiere y me adora. ¡Que venga el (la) próximo (próxima)!
Y el próximo (o la próxima) no necesariamente han venido a donde él, sino que él les ha caído encima. Desde el senador republicano por el estado de Arizona, John McCain, de quien dijo el disparate de que no era un héroe de guerra por haberse dejado capturar (otro ejemplo de ignorancia y de no poner las cosas en contexto), pasando por una periodista de televisión que se atrevió a cuestionarle la pertinencia de sus diatribas contra todo y contra todos—sólo para él irse al día siguiente a insinuar que tenía tanta mala intención en su pregunta que le salía la sangre por la nariz y por los ojos y por… esteeeeeeeeee… por ahí mismo—, hasta la única contendiente primarista dentro de su colectividad, de la que hizo burlas de su cara (sólo para asumir después una postura de “yo no dije lo que tú crees que yo dije” ante el periodista que le cuestionó). Y pare usted de contar.
O no, si contamos con el incidente en el que el ancla noticioso de Univisión, Jorge Ramos, fue botado como bolsa de una conferencia de prensa de míster Trump cuando no se quiso mantener callado y empezó a cuestionarle sobre su postura migratoria. (Pero tengo que hacer una salvedad aquí: No todo el mundo entiende que la acción del señor Ramos provino de un interés legítimo, sino de una posición de activismo en pro de los inmigrantes mexicanos en los EE.UU. Por lo que de ser ése el caso, entonces a él eso le quedó mal para la foto y peor para el vídeo, y habrá que decirle, “¡No me defiendas, compadre!”)
Por supuesto, habría que preguntarse, como una de esas canciones sensibleras de no hace mucho, “¿qué es lo que tiene él?”. Podríamos preguntarle a expert@s en relaciones públicas (y para que lo sepan acá, “PR” no significa únicamente una abreviatura para “Puerto Rico”), como en esta cita de una entrada reciente escrita por la periodista y relacionista Sandra Rodríguez Cotto:
“Trump ha sabido llevar su fama del entretenimiento y el reality TV al campo político con una narrativa que tiene resonancia en grandes sectores de la sociedad americana.
[…]
“… Se le podrá detestar pero hay que aceptar su éxito en su proyección pública porque no es fabricado. No es el típico político que sólo dice aquello que sus asesores le escribieron en ‘talking points’. No luce preparado ni adiestrado ante los medios. Habla de frente, sin miedo. No es rebuscado. No adorna lo que piensa ni lo que dice.”
Puede ser que él esté diciendo lo que piensa, sin tapujos, y que eso sea lo que mucha gente en los EE.UU. quiere escuchar. (Sí habría que reconocer que hay cosas que la claque política puertorriqueña podría adoptar de su estilo, como lo demuestra la autora en su entrada, pero ya eso es otro tema.) Pero, ¿no sería mejor que al propio pueblo estadounidense se le plantearan ideas que en verdad ayuden a resolver los problemas de esa nación, en lugar de insultos y odio contra “esos otros”? Además, si hay tanta gente a la que “le agrada” lo que este individuo expresa, ¿cómo actuará esa gente con base en lo que están escuchando? ¿Estará dispuesta a emprender una campaña para borrar del entretejido social estadounidense la aportación de los hispanoparlantes, sólo porque no son capaces de ver más allá del prejuicio? Y después, ¿vendrán los negros a ser nuevamente el objetivo de su ira, como lo fueron en otros tiempos? ¿Y qué hay de los asiáticos?
Total, como dice la autora de la cita de arriba, se trata de una persona del mundo del entretenimiento, un “entertainer”, como él mismo lo admite. La clase de persona que no debe tomar en serio una encomienda tan grande como la de dirigir los destinos de una nación que se ufana de ser “la más poderosa del mundo”, una nación que acoge a las “masas hacinadas anhelando respirar en libertad”… o las demoniza y las desprecia muy a su riesgo.
¡Y vamos a dejarlo ahí! Cuídense mucho, pórtense bien y sean personas razonables.
* Por cierto, ésta se la dejo de asignación a aquéll@s de ustedes que se rompen la cabeza tratando de descifrar qué… caray significan los títulos de los episodios en la actual versión de “Hawaii Five-0” (aunque no esperen ver esa palabrita en particular en el título de ningún episodio, ¿OK? ).
LDB
Algunas cosas que se me quedaron en el tintero:
1. Ciertamente, muchas de las «soluciones» que diz que propone míster Trump son absurdas e irreales. Particularmente las de construir una muralla entre Estados Unidos y México—y que sea el gobierno mexicano el que la costee—y deportar a los 11 millones de indocumentados del «south-of-the-border» infiltrados en los EE.UU. Digo, si dentro de su estrecha visión están los que no deben reclamar ser héroes porque se dejaron atrapar (como dijo en referencia al senador Republicano por Arizona, John McCain). «Soluciones» como ésas demuestran la cara fea de la intolerancia, y de la prepotencia de algunos individuos cuando ven que el orden que conocen está siendo «subvertido» por «esos otros» que vienen a «robarles» empleos y a convertir la nación en una entidad culturalmente irreconocible. Además, es un poco difícil que medidas como ésas funcionen, en tanto siempre habrá maneras de evadir los supuestos controles de seguridad. Y como lo demostró gran cantidad de alemanes orientales que buscaron cruzar el muro que los separaba de Occidente en Berlín, siempre habrá la manera de lograr la tan anhelada libertad—aunque en el proceso salgamos ensangrentados, ya sea porque nos herimos con el alambre de púas, o porque nos mataron. Pero de que el odio y el veneno es evidente, y de que ese odio y ese veneno están exacerbados por la retórica arrogante y prepotente en contra de los inmigrantes (una retórica de la que el propio Partido Republicano por el cual se postula este individuo está tratando de distanciarse—me imagino que es porque los está «tirando al medio» y no quieren salir culpables por asociación), no me queda la menor duda.
2. Otra cosa que ha puesto de manifiesto este fenómeno es la facilidad con la que cualquier pendej@ se tira al ruedo político. Yo me imagino que es porque no lo ven como una obligación a tomar en serio, como un compromiso moral que se contrae con la sociedad en la que se vive. A menos que en el caso de ese «asshole» llamado Kanye West (candidato autodeclarado desde ya para las elecciones generales del 3 de noviembre de 2020), se trate de la alta sociedad representada por su esposa, la socialité/»media who (vía IMDb: )re» Kim Kardashian. Pero el caso es que ese afán de lucimiento es lo que lleva a muchas de estas personalidades a convertir asuntos serios como los de naturaleza pública en un circo, en un espectáculo para cautivar a las masas, para divertirlas, para desviar la mirada de la realidad de la propia nación y del mundo. No en balde elecciones de alcance más localizado como las de California, en las que desde payasos hasta actrices porno se postulan para cargos públicos, son todo un show. Cada quién quiere lucirse ante un público embobado, quiere aprovecha su cuarto de hora de fama y sacarle tanto jugo como se pueda. Cada quién quiere ser una estrella… en un escenario que merece un poco más de respeto.
3. Cierro aprovechando para preguntarme si la escena final de la película «The Candidate» (1972, dir. Michael Ritchie) (vía IMDb: http://www.imdb.com/title/tt0068334/; sinopsis vía Wikipedia, en inglés: https://en.wikipedia.org/wiki/The_Candidate_(1972_film)) se materializaría en caso de que míster Trump ganara las elecciones del 8 de noviembre de 2016. Pero no creo que él sería el único en preguntarse: «Y ahora, ¿qué hacemos?»
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