El verano del descontento

A day without immigrants, May 1, 2006. Descrip...
A day without immigrants, May 1, 2006. Descriptions shall come later. (Photo credit: Wikipedia)

Cualquiera diría que las fuerzas supremas que rigen el universo se levantaron un día de este verano por el lado de la cama que está pegado a la pared—y créanme, no es muy agradable despertar así.  Que mientras el mundo se entretenía en Brasil viendo cómo 22 jugadores de bandos opuestos corrían de lado a lado dándole patadas a un balón, en un regio baile mundial que terminó cuando los alemanes le hicieron “flippenfläppenmuckenßpræden” a los argentinos (y por favor, no me pregunten qué significa la claje ‘e disparate que acabo de escribir), en varios lugares de ese mismo mundo había una olla de conflictos por hervir o en plena ebullición.

Tenemos un ejemplo bastante gráfico en el nuevo conflicto entre los israelíes y los palestinos de Gaza—uno de tantos conflictos entre ambos bandos que se remontan a los “good old days” del Antiguo Testamento bíblico—, supuestamente desatado tras el secuestro y asesinato de 3 adolescentes israelíes y el supuesto secuestro y asesinato de un joven palestino en represalia.  Un conflicto en el que cada bando tiene su parte de responsabilidad, en el que cada bando trata de defender lo que entiende es suyo.

Y lamentablemente, un conflicto en el que la respuesta de cada bando no guarda ni la más mínima simetría.  Cohetes palestinos que pocas veces alcanzan su objetivo, ante las astutas defensas israelíes.  Cohetes israelíes que supuestamente alcanzan su objetivo en Gaza… o al menos, eso es lo que se le quiere hacer creer al resto del mundo.

El saldo hasta el momento refleja esa asimetría.  Una gran cantidad de víctimas civiles en el lado palestino, frente a sólo 2 ó 3 civiles del lado israelí (más un par de decenas de militares—pero en Tel Aviv dirán que “eso no es ná’, ellos son reemplazables”).  Hombres, mujeres y niños.  Más o menos un millar de víctimas palestinas en el momento en el que escribo esto.  Víctimas en una cacería de terroristas en la que todo se vale.  Bombardear escuelas, hospitales, balnearios playeros, hasta los refugios administrados por la Organización de las Naciones Unidas (la misma que para ambos bandos es buena cuando les conviene).  Y todo, porque los israelíes alegan que los palestinos de Gaza ocultan sus lanzadores de cohetes en esos mismos lugares, y utilizan a su propia gente como escudos humanos.

Pero déjenme decir algo: tan mal está el que se esconde detrás de gente inocente para atacar y hacer daño a otros, como el que mata o manda a matar a esa misma gente inocente para evitar que “nazcan” los futuros terroristas—y después se lava las manos como Pilatos y trata de manipular la opinión mundial para que ésta acepte su historia como “la realidad”.

Pero ¡ay! de quien trate de descorrer el velo que oculta la otra cara de esa realidad por estar “en el lugar correcto en el momento correcto”, como lo sabe de primera mano el periodista de la NBC estadounidense que tuvo que sufrir una represalia de sus jefes tras ser testigo de primera mano del bombardeo de una playa en la que apenas unos minutos antes había jugado con unos niños que más tarde se convertirían en víctimas.  (Digo, ¿no es para eso que existen los periodistas, para ser testigos de aquello de lo que se hace la historia de la humanidad?)  Y aunque el medio para el que trabaja lo llegó a remover de esa asignación “por su seguridad”—para reemplazarlo con otro periodista de mayor estelaridad cuya “seguridad” debía preocupar igual—, la molestia con dicha decisión ha permitido que él siga ahí, mostrando las cosas desde otra perspectiva.   La de quienes dicen no tener nada que ver con los cohetes que se lanzan contra Israel, la de las ciudades y villas de Gaza destrozadas por una guerra que no parece tener más sentido que el de los viejos odios de antaño, una guerra en la que hay hombres, mujeres, y sobre todo, niños que llevan la peor parte.

Y ya que hablamos de niños que llevan la peor parte, no hay más que mirar un poco más de cerca, al influjo creciente de menores centroamericanos que cruzan la frontera de los Estados Unidos de México con los Estados Unidos de América.  Como todas aquellas masas hacinadas de inmigrantes desamparados y azotados por la tempestad a las que le cantaba la poetisa estadounidense Emma Lazarus (1849–1887) en “The New Colossus”,* llegan buscando respirar en libertad, buscando aquello que llaman “the American dream”.  Y por todo el riesgo que corren sus vidas en el intento, todo lo que encuentran es un sistema de control fronterizo estadounidense que hace lo que puede por atenderlos, a veces más allá de su propia capacidad.

Eso, y los efectos de la ignorancia, el odio y la intolerancia, con los que se han rechazado los vehículos que los tratan de llevar a las facilidades donde se les debía dar el cuido que la más elemental humanidad exige.  Sentimientos que muchos estadounidenses, lamentablemente, lucen como si fuera una medalla de honor, como si eso los hiciera superiores al resto de los seres humanos.  Sentimientos que son alimentados por ideologías que descuentan a quienes no son “iguales” que quienes las impulsan y las propagan, y mucho menos que quienes caen en la trampa de seguirles sin cuestionar esas ideologías.  (Y ésa es la misma gente capaz de esperar a que culmine la administración del presidente Barack H. Obama en enero de 2017—y haya un nuevo presidente—para diz que “residenciarlo”, de tanto que los ciega el odio contra “el otro”.)

Lo malo del caso es que ese odio y esa intolerancia no permiten ver con claridad—mucho menos entender—la(s) razón (razones) por la(s) que tantos niñ@s centroamerican@s se ven obligados a abandonar sus países para hacer ese arriesgado y peligroso viaje hacia el norte.  En particular la violencia generada por las pandillas juveniles en muchos de esos países centroamericanos.  (De paso, aprovecho para recomendarles este informe del 2009 sobre la violencia juvenil y las “maras” y pandillas en El Salvador, especialmente las páginas 6–15, en las que se presenta el marco conceptual del estudio—una excelente descripción que tal vez nos ayude entender un poco mejor ese problema… y quizás en el proceso podamos ver cuán retratados estamos en esa realidad, nos guste o no.)  O la violencia ocasionada por el tráfico de drogas provenientes de la América del Sur, a través de los mismos países centroamericanos, para satisfacer una necesidad de consumo en los propios EE.UU.de A.—o sea, un caso de “oferta y demanda” como cualquier otro, como lo plantea una entrada reciente en el blog “Two Weeks Notice”.  Pero no, tal vez entender eso sea un esfuerzo sobrehumano para las “mentes”—si se les puede llamar así—de aquellas personas para las cuales la ignorancia es su savia, lo que les da la vida.

No me sorprendería que ése sea el mismo caso entre israelíes y palestinos, que desde tiempo inmemorial no pueden entenderse los unos a los otros, no se pueden ver las caras los unos a los otros, y están cegados por su propio odio y su propia intolerancia.

¡Quién sabe!  Tal vez si se acabara con ese odio, con esa intolerancia, con esa ignorancia que te hace levantarte un día y decidir que quieres atacar la casa de tu vecino para liquidarlo a él y a su familia y “prevenir” que éstos te ataquen, o decidir que no le vas a permitir la entrada a tu casa a alguien de otro lugar que esté huyendo de una situación problemática en su propia casa, porque es “diferente” a ti, se podría evitar muchos de los conflictos que han plagado a la humanidad.  Cuántos esfuerzos no se han hecho para acabar con los conflictos alrededor del mundo, principalmente por quienes aún quieren ser optimistas, por quienes no pierden la fe en la discusión sosegada de los asuntos, quienes quieren buscar las causas de los problemas, en lugar de dar palos a diestro y siniestro como “disuasivo”.

Pero como dije al principio, parece que esta vez, las fuerzas supremas que rigen el universo se levantaron un día de este verano de muy mal humor.  Tal vez debería ser tiempo de que esa rabieta se les pase pronto.  O por lo menos, debemos aspirar a que esa rabieta se les calme.  Cuanto antes, mejor.

¡Y vamos a dejarlo ahí!  Cuídense mucho y sean personas razonables.


* Cortesía del traductor de Google (con alguna ayudita de mi parte), ésta es la cita del poema de Emma Lazarus a la que hago referencia:

“Dame tus cansados​​, tus pobres,
Tus masas hacinadas anhelando respirar en libertad,
El desamparado desecho de tus rebosantes playas.
Envía estos, los desamparados, azotados por la tempestad, a mí:
Levanto mi lámpara junto a la puerta dorada.”


LDB

Daryl Johnson: I tried to warn them – Salon.com

English: Seal of the United States Department ...
English: Seal of the United States Department of Homeland Security. (Photo credit: Wikipedia)

Amigas y amigos, mi gente: Aquí va el enlace a una advertencia de primera mano del mismo funcionario que preparó para el DHS un informe sobre el terrorismo de derecha en los Estados Unidos.  (Yes, Virginia, there is such a thing as right-wing terrorism!)  ¿Y cómo le pagaron quienes se supone que lo apoyaran?  Pues lo dejaron sin apoyo, lo tiraron como pedazo de carne a la calle para que los perros reaccionarios se lo comieran crudo.  Digo, así son las cosas y así es la gente.  Pero más importante para nosotr@s en Puerto Rico (y dondequiera que estén leyendo esto): esto es algo que debe abrirnos los ojos a una realidad que tal vez está ocurriendo sin que nos demos cuenta.

Daryl Johnson: I tried to warn them – Salon.com.

¡Y vamos a dejarlo ahí por el momento!  Cuídense mucho y pórtense bien.

Soy Luis Daniel Beltrán… ¡y yo apruebo esta entrada!

Lo que nos deja el 2010

an old post card
Image via Wikipedia

Bueno, amigas y amigos, para cuando yo coloque esta entrada en los servidores de WordPress.com, el resto del mundo aún no habrá recibido el nuevo año 2011—cosa que deberá empezar a ocurrir cuando en Puerto Rico sean las 8 de la mañana (08:00 UTC –04:00) del viernes, 31 de diciembre de 2010.  (O por lo menos, eso es a lo que yo aspiro.)  Así que a ésta la considero como la última entrada oficial de mi blog para el 2010.  Un año en el que en Puerto Rico se vieron muchas cosas.

Se vieron los efectos de una ola delictiva que parece no tener fin, muy a pesar de que se alega oficialmente que la misma “está bajo control”—or is it?  Una ola delictiva en la que cualquiera se cree con poder sobre la vida y la muerte y los inocentes se convierten en un blanco fácil.

Se registraron más y más actos de violencia dentro del seno familiar, con resultados cada vez más escalofriantes—y siempre, quienes menos pueden defenderse, especialmente l@s niñ@s, ya sean l@s del residencial público, o l@s de la barriada pobre, o l@s de la ruralía, o hasta l@s de las supuestamente seguras urbanizaciones de “acceso controlado”, acaban pagando los platos rotos.

Se continuaron implantando las medidas de “estabilización” y “recuperación” fiscal, con la salida de más empleados públicos de sus puestos en el gobierno estatal—medidas que han traído un desmejoramiento en la calidad de los servicios que se le prestan al público, al sobrecargar a l@s emplead@s que quedan para hacer las tareas de l@s que “se fueron”.  Y en cuanto a l@s que “se fueron”, muchos de ést@s tratan de arreglárselas como pueden, ya que la suerte de volver a tener un empleo no parece favorecerles por lo pronto.  Y l@s que no pueden arreglárselas… no pueden más con su carga y caen.

La mediocridad se paseó de la mano de la codicia una vez más, especialmente en el lugar donde se elaboran las normas que deben ayudar a la sana convivencia de quienes preferimos vivir en sociedad a vivir sin reglas—con una profusión de necios, ignorantes, elementos con más ambición de servirse de los demás que de servir a los demás, o aquéllos cuya conducta pública evoca un sentimiento de vergüenza.

Sobre todo, el conflicto y la confrontación se hicieron sentir mucho durante este año que nos deja.  Se hicieron sentir en las acciones contra entidades de la confianza de los ciudadanos, como el Colegio de Abogados, y contra las comunidades pobres, cuyo único “delito” es interponerse en el camino del “progreso”.  Se hicieron sentir en la Universidad del estado, cuando imperaron la retórica de un tiempo que muchos creíamos muerto y sepultado, la intolerancia y la mala voluntad, sobre el consenso y la razón.  Y todo eso, ¿para qué?

Es curioso que estos días del feriado de Navidad y fin de año del 2010 han transcurrido en Puerto Rico bajo una lluvia persistente.  Tal vez para cuando yo coloque esta entrada en los servidores de WordPress.com, ya haya dejado de llover y empiece a brillar el Sol, como un signo de esperanza, de que no todo está perdido.  A mí me gustaría pensar que eso será así, pero con los barruntos que nos deja el año 2010 que se va… la pregunta que me hago es: ¿hacia dónde vamos desde aquí?

(Y eso, que ni siquiera voy a mencionar el temblor de tierra de magnitud 5.4, que se sintió en Puerto Rico la noche del 24 de diciembre de 2010.  Interesantemente, el epicentro del mismo se estimó como a 15 millas o 24 kilómetros al oeste de donde vivo… lo suficiente como para que se sintiera como si un tren hubiera chocado contra mi casa.  ¡Así de fuerte se sintió ese temblor!  ¡UY!)

Y ahora sí, ¡vamos a dejar el 2010 ahí!  Cuídense mucho y pórtense bien.  Nos vemos en el 2011.

LDB

Mar en calma y (no tan) prospero viaje

¡Saludos, mi gente!

Leo con detenimiento la Ley 7 del día 9 de marzo de 2009, la cual lleva el título de “Ley Especial Declarando (sic) Emergencia Fiscal y Estableciendo (otra vez, sic) Plan Integral de Estabilización Fiscal para Salvar el Crédito de Puerto Rico”.  Específicamente, el Capítulo III de esa ley, el que habla de las medidas de “reducción de gastos” en el gobierno de Puerto Rico, a las que me refería la vez pasada.

Y con toda franqueza, lo que leí me ha dejado bastante sorprendido.  Se trata de una serie de medidas en las que el nuevo gobierno de Puerto Rico pretende atajar en poco tiempo (a lo sumo, tres de los cuatro años del presente ejercicio de gobierno) una crisis que se estuvo desarrollando durante muchos años, sin que ninguno de los dos partidos políticos que comparten el poder (PPD y PNP) hubiesen dado pasos afirmativos para evitar que llegáramos al punto en el que nos encontramos hoy en día.

Por supuesto, no ha faltado quien ha tratado de ayudarnos a entender esto “en arroz y habichuelas”.  Supongamos que usted es el capitán de un barco que lleva carga y pasajeros, de los cuales debe llevar una cantidad más o menos limitada—digamos, 250 personas (sin contar la tripulación—ésa NUNCA está de más… y menos en el caso que nos ocupa).  Sin embargo, usted ha dejado entrar más de tres veces esa cantidad de pasajeros (o sea, hay un total de 800 pasajeros) . . . y para colmo de males, está enfrentando un tiempo tormentoso y la nave se está arriesgando a zozobrar como el avión de la teleserie Lost.  Usted se ve entonces en la disyuntiva de reducir la cantidad de pasajeros abordo de la nave, aunque sea para salvar la carga (¿?).

Así que si seguimos el modelo esbozado por la Ley 7 de 2009—y establecemos como meta que la nave llegue a puerto seguro con la cantidad de 250 pasajeros, más la carga—, usted empieza por ofrecerle a sus pasajeros abandonar “voluntariamente” la nave en alta mar, a cambio de lo cual les dará como “incentivo” . . . ¡un lindo chaleco salvavidas con el emblema de la compañía dueña de la nave!  (Ya me imagino el comentario: . . . and all I’ve got is this lousy life jacket!).  O en vez de eso, que por cada quince horas se monten por una hora en un bote salvavidas.

Dependiendo de cuántos tontos picaron el anzuelo cuántos “voluntarios” aceptaron hacer ese sacrificio, usted verifica si está cumpliendo con la meta de 250 pasajeros.  Veamos:

  1. De los 800 pasajeros que había en la nave, digamos que 120 abandonaron “voluntariamente” la nave y se tiraron al mar embravecido, luciendo el lindo chaleco salvavidas con el logo de la compañía matriz de la nave (800 – 120 = 680).
  2. De los 680 que quedan, digamos que otros 195 están se dando una “gozadita” por una hora (de cada quince) en los botes salvavidas (680 – 195 = 485).  Y entonces usted nota que aún no cumple con el objetivo que se trazó, o sea,
  3. Usted todavía tiene 235 pasajeros de más en la nave (485 – 250 = 235), y sigue arriesgándose a no llegar a puerto seguro con la carga que lleva la nave (y que no me venga nadie con que ésa no es la prioridad).  ¿Qué hacer entonces?
  4. Ah, pues recurra al “plan B”: Usted tiene que sacar los 235 pasajeros que están de más, hasta que llegue a los 250.  Empiece por los 175 que abordaron la nave en las escalas más recientes (485 – 175 = 310).  ¡Ah!  Y no se olvide del lindo chaleco salvavidas como incentivo.
  5. ¿Que todavía tiene pasajeros de más?  ¿Y que éstos están entre los primeros que abordaron la nave en el puerto de partida?  Pues ni modo, ésos se van también, con todo y los lindos chalecos salvavidas (310 – 60 = 250).

Y si entendí esto correctamente, se supone que ahí se detenga la cosa, cuando sólo haya 250 pasajeros y se pueda llevar la carga a puerto seguro.  (Traducido al caso real, eso será cuando se logre una economía de US$2 000 000 000.)  Pero a lo mejor resulta que como dice el mantra de los originadores de este plan de “rescate económico”, eso no será suficiente . . . ¿y entonces, qué?

(Y antes de que se me olvide, hay algo muy importante: La decisión que usted tome como capitán de la nave es final y firme, y ninguno de los pasajeros podrá discutírsela, por más razón que tenga.  En mi libro, eso se llama “salirse con la suya”.)

Pero bueno, la cosa es que ya ha dado inicio el conteo regresivo para que se vean los efectos de la Ley 7 de 2009.  Y demás está decir que al día en que escribo esta entrada reinan la confusión, la especulación y la incertidumbre entre los empleados públicos que se verán potencialmente afectados, muchos de los cuales están buscando desde ya las maneras de enfrentar una posible cesantía (claro está, si es que eso les toca como suerte).  Y eso es algo que estoy viendo todos los días en mi lugar de trabajo. Y me temo que ésa será la norma por los próximos meses.

Es más, ahora que lo pienso, había un ambiente más o menos parecido cuando se empezaba a plantear lo del cierre gubernamental de mayo del 2006… Así que como decía el gran filósofo pelotero estadounidense, Yogi Berra,

It’s déjà vu all over again!

¡Y vamos a dejarlo ahí!  Cuídense mucho y pórtense bien.  Hasta luego.


P.S. Hasta este fin de semana que acaba de concluir, no había tenido la oportunidad de chequear lo que me llama la atención en mis suscripciones de Bloglines.com.  Pero esta vez me puse al día, especialmente con una variedad de artículos dedicados a destacar el papel que están desempeñando últimamente los llamados “nuevos medios” como la Internet en la provisión de información al público; cómo los aprovechó (y los sigue aprovechando) la administración estadounidense del presidente Obama, aun desde que éste era candidato a la presidencia; y cómo se están afectando varios de los medios tradicionales, como los periódicos.  Así que valdría la pena que se dieran una vueltita por allí.


NOTA: En la mañana de hoy (23 de marzo de 2009), Puerto Rico despertó con la triste noticia del fallecimiento (en la tarde del día anterior) de la que se conoció como “la dama de la comedia en Puerto Rico”, Awilda Carbia Benítez; tenía 71 años de edad al morir de un paro respiratorio.  Actriz y comediante de extensa trayectoria en la radio, la televisión y el teatro puertorriqueños, se distinguió en los años más recientes por sus “Desconciertos”, en los cuales imitaba a figuras públicas de gran prominencia (en la política y la farándula, dos áreas que comoquiera uno no sabe dónde termina una y empieza la otra, pero ya ése es otro tema).  Interesantemente, el deceso se produce dos meses después del de don Tommy Muñiz, productor con el cual ella despuntó como comediante y actriz, y cinco años después del de don José Miguel Agrelot (ver: ¡Ajaaaaaaaaaa!), con quien también despuntó en el difícil arte de hacer reír.  No en balde, al anunciar el deceso, el cantante y productor Edgardo Huertas (cuya página en YouTube.com, que mencioné en una ocasión anterior, contiene vídeos de Awilda Carbia) lo expresó de esta manera:

Tommy Muñiz llamó.  Necesita a Awilda Carbia para hacer un sketch con (José Miguel) Agrelot.

¡BUEN VIAJE, AWILDA!  Y QUE ALLÁ ARRIBA PUEDAS ALEGRAR A LAS HUESTES CELESTIALES, COMO NOS HAS ALEGRADO AQUÍ EN LA TIERRA.

FUENTES: De luto la comedia y ‘Por mis venas estaba el artistaje’ (El Nuevo Día, 23 de marzo de 2009).


LDB

Medicinas Amargas

¡Saludos, mi gente, dondequiera que estén!

Aquí estoy de nuevo, después de una Navidad más o menos sosa, en la que no sonó casi ni un petardo ni un siquitraque (ni en mi vecindario ni en el de alguna de la gente que conozco).  Una Navidad que—tristemente lo tengo que decir—ha ido perdiendo su brillo y se ha convertido en una suerte de vacaciones de verano… frase que tiene más sentido en estos momentos al Sur del ecuador, claro está.  Pero bueno, siempre queda la esperanza de que las cosas y los tiempos sean mejores.

OK, creo que tengo que atemperar un poco la última oración del párrafo anterior, a la luz de lo que ocurre mientras escribo en el conflicto entre israelíes y palestinos en la Franja de Gaza, iniciado el último fin de semana del año 2008.  Allí, parece que las cosas no mejorarán en buen tiempo, ante la poca disposición de los caudillos de guerra israelíes a ceder hasta no cumplir con su misión, de eliminar a los terroristas que controlan a esa zona y a sus habitantes.  Lo malo del asunto es que en el desempeño de esta misión, son los civiles—de uno y otro bando, que conste—los que pagan los platos rotos.  Y peor aún, los niños—no importa a cuál bando pertenezcan—son los que siempre, siempre, siempre salen más perjudicados—física y emocionalmente—con las acciones de una guerra como ésta.  Y las imágenes que se obtienen de uno y otro lado de la frontera no pueden ser más elocuentes.  Edificios destruidos, escuelas destruidas, ciudades destruidas, inocencias destruidas… vidas destruidas.

En fin, la receta de una medicina amarga, administrada por médicos insensibles a un paciente que ha sido forzado a tomarla.  (Y para los fines de esta nota, ese paciente no representa a un pueblo en particular, sino que tiene rasgos de los unos y los otros.)

¿Y que hay de las críticas de la comunidad internacional a esta acción militar?  Pues, como diría una pegatina (en buen puertorriqueño, un bumper sticker) que algunos carros ostentan con un orgullo indebido, «los críticos, pa’l ca…».

Y ya que estamos en el tema del conflicto entre palestinos e israelíes en Gaza, quiero aprovechar para pedir que alguien me explique algo que vi antes de empezar a escribir esta entrada: Viene un DON NADIE como Samuel Wurzelbacher, mejor conocido como «Joe el Plomero» (Joe The Plumber), que luego de haber tenido su cuarto de hora de fama dentro del espectáculo electoral estadounidense del 2008, un portal cibernético lo envía a Israel a cubrir este conflicto como «corresponsal de guerra» (¿sabrá él lo que eso conlleva?), para entonces decirle a los reporteros de medios informativos legítimos cómo hacer su trabajo.  Mr. Wurzelbacher ha tenido la desfachatez de decirle a los periodistas destacados en este conflicto que la prensa no tiene por qué estar cubriendo ninguna guerra en absoluto, porque lo que estos medios—legítimos, muy a su pesar—informan es sólo lo «malo», las atrocidades de la guerra, en lugar de lo que él considera «positivo» (pero, ¿cuando se ha visto algo positivo en una guerra?).  A tal grado parece llegar la limitada visión del mundo de Mr. Wurzelbacher, que él implica su deseo de que los informes de los demás medios de prensa sobre esta guerra fueran como los noticiarios (newsreels) que se veían en los cines en los tiempos de la Primera (sic) y la Segunda Guerra Mundial, en los que sólo se daba paso a los «logros» del bando estadounidense, a fin de entusiasmar a la gente y motivarla a aumentar su aporte al esfuerzo de guerra del momento.

(Por cierto, ¿alguien sabe si los newsreels existían en tiempos de la Primera Guerra Mundial?  Que alguien me corrija si me equivoco, pero para mí eso es como decir que la telefonía inalámbrica ya existía desde mucho antes de la Antigua Grecia, con planes de llamadas «I-LI-MI-TADOS»…)

Es más, lean la «experta» opinión de este plomero/periodista, cuyas credenciales profesionales son tan auténticas como un billete de US$3.00:

I’ll be honest with you.  I don’t think journalists should be anywhere allowed war.  I mean, you guys report where our troops are at.  You report what’s happening day to day.  You make a big deal out of it.  I-I think it’s asinine.  You know, I liked back in World War I and World War II when you’d go to the theater and you’d see your troops on, you know, the screen and everyone would be real excited and happy for’em.  Now everyone’s got an opinion and wants to downer–and down soldiers.  You know, American soldiers or Israeli soldiers.  I think media should be abolished from, uh, you know, reporting.  You know, war is hell.  And if you’re gonna sit there and say, ‘Well look at this atrocity,’ well you don’t know the whole story behind it half the time, so I think the media should have no business in it.

(FUENTE: Joe The Reporter, from Israel: «Media shouldn’t report war»)

Y éste es el enlace al vídeo en YouTube.comJoe Plumber: Media Shouldn’t Report War.  (La infame cita ocupa los 32 segundos finales del vídeo, de un minuto con 55 segundos de duración.)

Miren, yo insisto en que mentalidades mediocres como la de «Joe el Plomero» son altamente peligrosas para toda sociedad que se precie de ser civilizada (como hemos visto anteriormente).  Pero mientras haya quienes les den apoyo… pues, ¡habrán muchos más de éstos!  Lo importante aquí es estar alertas y vigilantes, y exponerlos como lo que son, a la luz de la verdad y la razón.

Bueno, yo también tenía que desahogarme un poco sobre este tema.  Pero quiero pasar a otra cosa.  Según están soplando los vientos, parece que en Puerto Rico nos esperan tiempos que no serán fáciles de sobrellevar.  (Y eso, que el cuatrienio que concluyó la semana pasada no fue exactamente «miel sobre hojuelas»…)  Otra cosa que yo estaba viendo antes de escribir esta entrada fue el resumen ejecutivo del informe del Consejo Asesor sobre Reconstrucción Económica y Fiscal (CAREF) al nuevo gobernador de Puerto Rico, Luis G. Fortuño Bruset, relacionado con la situación económica de Puerto Rico y las medidas que podrían resolver esa situación a corto y largo plazo.  Y la verdad es que muchas de las recomendaciones del informe no son muy agradables que digamos, algo así como una medicina amarga que los puertorriqueños tendríamos que tomar durante el cuatrienio que acaba de comenzar (2009–2012).  Entre moratorias de créditos contributivos; sobretasas impositivas a corporaciones e individuos; aumentos en arbitrios como el de la gasolina, el alcohol o los cigarrillos, más la imposición de nuevos arbitrios (como el de US$0.01 por minuto que se pretende imponer a la comunicación de voz, aunque no la de datos o texto, por los teléfonos celulares); la imposición de una moratoria de dos años a las cláusulas económicas de los convenios colectivos vigentes; la congelación de la contratación de empleados, y reducción de puestos transitorios, irregulares y de confianza; la reducción de los gastos de funcionamiento en las agencias del gobierno y en la legislatura (de un 10%) y otras medidas, aquí parece que hay de todo y para todos.

(Por cierto, a la fecha de esta entrada no había un enlace directo al informe del CAREF, por lo que si alguno de ustedes está interesado, le recomiendo una búsqueda de ese acrónimo en Google para dar con el documento.)

A mí me parece que muchas de estas recomendaciones no prosperarán, porque son innecesarias o resultarían muy onerosas para la gente común y corriente, la gente que está en la calle tratando de sobrevivir de día en día y de cheque de pago en cheque de pago.  El aumento al arbitrio de la gasolina, por ejemplo, sería perjudicial en el caso de que vuelva a ocurrir un aumento monstruoso en el precio del carburante, como el que vimos el verano pasado.  ¿Y qué hay de la imposición del centavo por minuto a la comunicación celular de voz?  Mucha gente ya está poniendo el grito en el cielo, ahora que la comunicación celular está desplazando a la de línea fija en muchos hogares.  (En mi casa, por ejemplo, hace rato que eliminamos el teléfono de línea fija, a pesar de que eso tiene sus desventajas, pero eso ya es otro tema.) Menos mal que la propia industria de telecomunicaciones de Puerto Rico está expresando su oposición a la idea.  ¿Y qué me dicen de la moratoria de dos años a las cláusulas económicas de los convenios colectivos?  Ya las uniones obreras—por cierto, las mismas con las que nunca se contó para formar parte del CAREF (con lo que mis lectores fuera de Puerto Rico podrán imaginar el resto de la historia de ese comité)—deben estar considerando medidas para exigir que se cumpla con la implantación de esas cláusulas.

En fin—porque esta entrada del blog ya se me está alargando demasiado—, a mí me parece que la medicina que nos espera sí que va a ser difícil de tragar para un pueblo que ya está saturado con sus problemas de todos los días.  Cómo pueda cada uno de nosotros asimilar esa medicina es lo que determinará si las recomendaciones (porque como insiste el gobernador Fortuño, «sólo son recomendaciones») propuestas en ese informe surten algún efecto… pero no me quiero hacer muchas ilusiones sobre ello.

¡Y vamos a dejarlo ahí!  Cuídense mucho y pórtense bien.  Hasta la próxima.

P.S. Por cierto, quiero aprovechar para darle las gracias a Elco Lao, por incluir mi blog en su reciente felicitación por el año nuevo 2009.  Digo, además de que todavía me estoy preguntando qué hice yo para merecer este honor 😉 … la verdad es que ello me hace sentir que estoy en una compañía demasiado buena, por lo que de todo corazón acepto esa felicitación.  Igualmente deseo muchas cosas buenas para Elco, Myrisa, Ivonne, Edwin, Eugenio, Prometeo, y para todos los que le dan relieve e importancia a la blogósfera puertorriqueña, en este año que ya comenzó y por muchos años más.

LDB