Mientras tanto, como dicen, el espectáculo tiene que continuar, mi gente. Y si vamos a hablar de espectáculos, creo que basta y sobra con el espectáculo con el que la clase política puertorriqueña—que cada vez más se parece a nuestra clase artística, y digo eso sin ánimo de ofender… ¡a la clase artística puertorriqueña!—pretende entretener a sus fanáticos, y por qué no, al resto de nosotros.
Como muestra, tenemos lo que está ocurriendo en estos días con la senadora Evelyn Lissette Vázquez Nieves (PNP-Mayagüez/Aguadilla), quien dio sus primeros pasos en el modelaje profesional. Prueba de ello es su aparición como uno de los «bombones» del periódico Primera Hora, en las páginas centrales de la edición del 18 de septiembre de 2001 (apenas una semana después de los trágicos eventos que cambiaron al mundo para siempre).* Pero como yo siempre digo, «eran otros tiempos», y ahora ella ha querido hacer su incursión en la vida pública del país, aunque francamente, yo le hubiese recomendado postularse primero para la Cámara de Representantes por el mismo distrito que ella representa hoy en día, y tal vez apuntar la mira hacia una posición senatorial cuando hubiese desarrollado más confianza…
(Menos mal que en eso soy como el gorila en el comercial televisivo de una casa de corretaje de valores de los EE.UU., que nadie parece hacerle caso).
Vamos bien hasta aquí, ¿no?
Pues bien, las actuaciones iniciales de la distinguida senadora han dejado bastantes preguntas en el aire. Por ejemplo, su propuesta—en conjunto con la senadora Luz Arce Ferrer (PNP-Por Acumulación)—para que se rescate el tesoro que yace dentro de un galeón inglés, hundido en algún punto de nuestra costa Norte u Oeste (no identificado por razones obvias), con el cual se ayudaría a cubrir la falta de fondos para la celebración de los Juegos Centroamericanos y del Caribe Mayagüez 2010, así como también se cubriría parte del actual déficit presupuestario puertorriqueño. Tal vez la idea aquí sea especular (y creo que ésta es la palabra que va con esa acción) con el valor de las monedas que puedan encontrarse en ese u otros encallamientos (creo que en algunos países latinoamericanos los llaman «pecios»)—siempre y cuando las mismas no hayan sufrido un deterioro extenso a causa de su exposición de siglos a la acción corrosiva del cloruro de sodio (la sal, para los que aún no estén enterados) y otros componentes químicos del agua de mar—, bajo la creencia de que automáticamente se obtendrán a cambio sumas multimillonarias de dinero que por arte de magia resolverán nuestros problemas financieros.
Por supuesto, me imagino que una iniciativa así tendría que considerar aspectos como a quién le pertenecen los bienes que se puedan rescatar de ese encallamiento, o si éste está dentro de una distancia mar afuera que permita hacer un reclamo legal apropiado. Además, ¿quién se encargará de hacer el rescate de las piezas de oro, plata o bronce que se puedan encontrar? ¿Ocurrirá, por ejemplo, lo que ocurrió con el tesoro de Nuestra Señora de Atocha, que después de que el gobierno estadounidense diera la batalla legal, al final se decidió la misma en favor de Mel Fisher, quien hizo el «rescate» de los artefactos que dicha embarcación llevaba?
Son preguntas que deben ponderarse debidamente, ¿no? Es más, si la distinguida senadora está interesada, puede hacer una búsqueda en Google al respecto. Por ejemplo, yo le sugeriría una búsqueda que incluya los términos shipwreck, salvage y law, de la cual podrá obtener varios artículos interesantes sobre los aspectos legales del rescate de artefactos en los encallamientos. No creo que sea mucho pedir… ¿o sí?
Y eso me lleva a otra cosa que pone en duda a la distinguida senadora. Mucho se ha comentado su defensa pública de este proyecto, ante la oleada de críticas que surgieron desde que se anunció el mismo. En particular la siguiente afirmación, que se ha entendido como un menosprecio a los hermanos de la República Dominicana:
“No se dice que la República Dominicana, que muchas veces pensamos que no son tan brillantes -para decirlo de una forma más elegante- como nosotros los puertorriqueños y, ¿por qué ellos pueden tener esa capacidad intelectual y ellos pueden promocionar este proyecto? ¿Cuál es la diferencia?”
La verdad es que yo todavía estoy tratando de entender si lo que hizo la distinguida senadora fue un desliz de la lengua—que como lo ilustra con una anécdota el Dr. M. Scott Peck en su libro, The Road Less Travelled (New York, NY: Touchstone/Simon & Schuster),** refleja la realidad de la persona, lo positivo y lo negativo, las cosas que pensamos en realidad, y no lo que hacemos creer al mundo que pensamos—o si simplemente estaba expresando la clase de idea que sólo se le ocurre a ciertos pastores fundamentalistas, los cuales creen que los puertorriqueños estamos «bendecidos por Dios» y por eso no nos azotan tantos huracanes como al resto de nuestros hermanos caribeños (I beg your pardon?). Y francamente, yo no creo que lo expresado por la distinguida senadora sea la realidad sobre nuestros hermanos dominicanos.
Por supuesto, hay de todo entre los dominicanos, como lo hay entre los puertorriqueños, como lo hay entre los cubanos, como lo hay entre los estadounidenses, caribeños, latinoamericanos, europeos, asiáticos, africanos y meso orientales. Hay gente que emigra a otras tierras a vivir del cuento, a vivir del esfuerzo de otros, sin hacer su propio esfuerzo (y lamentablemente, muchos en este grupo se hacen sentir a dondequiera que van, por las razones incorrectas). Y hay quien está consciente de que debe aportar también al esfuerzo de la tierra que lo recibe con los brazos abiertos, y que asume su responsabilidad con orgullo y dignidad, y que siempre alberga esperanzas de un futuro mejor, para ellos y para los suyos. Y esta última es también mi gente, a la que comprendo y apoyo, y sobre la que creo que no debe caer el peso del prejuicio, por lo que demuestren ser unos pocos.
Sin embargo, no debemos considerar que todo esté perdido. Si las expresiones de la distinguida senadora implicaron algún tipo de superioridad intelectual por parte de los puertorriqueños, ella hizo una excelente demostración de ello al comparar la realización de esa iniciativa en Puerto Rico con las que se están realizando en…
«. . . otros países tan cercanos como Miami, tan cercanos como Tampa . . .»
¡Un momento, por favor! ¿Que ella dijo que Tampa y Miami son países? Y eso, que después ella dijo que Miami es un país y Tampa es uno de sus estados… ¡Ea, rayo! Y yo que he viajado mucho a Tampa (porque en realidad me gusta mucho Tampa) y ahora vengo a enterarme de que todo ese tiempo he estado visitando un país extranjero sin saberlo. Entonces, como me lo aconseja Edwin en Cargas y Descargas, ¿necesitaré un pasaporte para viajar a Tampa? Yo no sé, pero para mí que esto pone a la distinguida senadora en una liga más o menos parecida a la de Sarah Palin—esa misma, la que dijo que podía ver a Rusia desde su casa en Alaska (y que eso la acreditaba en política internacional; menos mal que ella no salió electa en noviembre pasado, porque yo no sé que más hubiera sucedido).
Definitivamente, yo creo que pensando en gente como ella es que la sabiduría de pueblo creó una joya como ésta:
Tanto tiempo en el cercao y no conoce la yerba.
(Tomado de Refranero Popular: Desde mi Pueblito Nuevo, editado y publicado por Raquel G. Gómez, Bayamón, P.R., 1995.)
Pero ésa es la gente que el pueblo elige para que la represente en sus deliberaciones más serias. ¡Buena suerte!
¡Y vamos a dejarlo ahí! Cuídense mucho y pórtense bien. Hasta luego.
* Para beneficio de mis lectores en el resto de los países que leen este blog, sugiero el siguiente ejercicio:
- Visite el portal cibernético de Primera Hora.
- Haga «click» en la imagen que dice «El Bombón», o siga este enlace, que por aquí es camino.
- Seleccione en el menú de «Otros Años» el año 2001.
- Seleccione bajo 2001 el mes de septiembre.
De ahí en adelante, no tendrán problema alguno en encontrar a la entonces «modelo y talento actoral».
** A vuelo de pájaro, el Dr. M. Scott Peck relata en las páginas 249–250 de su libro (edición de 1978 ) que una vez él atendió a una joven cuyos padres la habían criado con muy poco afecto o interés por ella. La joven—que se presentaba ante el mundo como toda una inusitadamente madura, confiada en sí misma, liberada e independiente mujer de mundo—buscaba tratamiento porque se encontraba algo confundida, y creía que un análisis psicológico ayudaría a su desarrollo intelectual. Cuando el Dr. Peck inquirió por qué la joven estaba algo confundida, ésta le contó que recién se había dado de baja de la universidad por estar en su quinto mes de embarazo, y estaba considerando dar a la criatura en adopción para irse a estudiar a Europa. Lo interesante es que a la pregunta del Dr. Peck sobre si había notificado su embarazo al padre de la criatura, al que ella no había visto en unos cuatro meses, ella dio una respuesta muy interesante (la traducción es mía):
«Yes, . . . I did drop him a little note to let him know that our relationship was the product of a child.» (Sí, . . . Le dejé una nota para hacerle saber que nuestra relación fue el producto de una criatura.)
En otras palabras, según el Dr. Peck, la que aparentaba ser una mujer de mundo se estaba revelando a través de ese desliz de la lengua como una criatura, una niñita hambrienta de afecto, desesperada por obtener el cariño de su propia madre, haciéndose madre en el proceso. Una chiquilla asustada que requeriría apoyo, cariño y consuelo, tal vez por mucho tiempo…
LDB