¿A dónde fue a parar la Navidad?

Una cosa que nunca seré capaz de entender, mientras viva, es por qué alguien se ensañaría contra un niño o una niña.  Por qué hay quien tiene tan poco corazón como para privar de la vida a un ser humano que apenas está empezando a recorrer su camino.  Ya hemos visto eso en varias ocasiones en este blog, y me temo que mientras no haya un propósito de corregir las causas que llevan a ese tipo de situación, seguiremos viendo cosas como esa.

Mapa de Connecticut, EE.UU.A. La tachuela roja indica la ubicación de la villa de Sandy Hook.
Mapa de Connecticut, EE.UU.A. La tachuela roja indica la ubicación de la villa de Sandy Hook.
Vista aérea de Sandy Hook, en el suroeste del estado de Connecticut, EE.UU.A.
Vista aérea de Sandy Hook, en el suroeste del estado de Connecticut, EE.UU.A.

Esta vez le tocó a Sandy Hook, un villorrio dentro del municipio de Newtown, en el sudoeste del estado de Connecticut, que desde hace dos días (el 14 de diciembre de 2012) vive en lo más íntimo de su ser el impacto de ese sinsentido.  (Como tal vez lo estén sintiendo mis primos que viven al sudeste de la capital estatal, Hartford.)  Tal vez como lo que se vivió en Littleton, Colorado, cuando en 1998 dos jóvenes desquiciados la emprendieron a plomo y fuego contra sus compañeros de la escuela secundaria Columbine, antes de matarse ellos mismos.  O como cuando años más tarde un universitario, también desquiciado, mató a 32 estudiantes universitarios en la Universidad Tecnológica de Virginia, para entonces matarse antes que ser capturado por las autoridades.  Pero lo que hace esto más doloroso es que se trata de otro tipo de estudiante: niños en edad de escuela elemental o primaria.  Veinte niños y niñas entre las edades de 6 y 7 años.  Doce niñitas y ocho varoncitos.  Veinte vidas que apenas empezaban a dar sus primeros pasos.  Veinte vidas que seguramente esperaban ansiosas por ver sus regalos de Navidad.  Veinte vidas que no disfrutarán de esta Navidad.  Ni de ninguna otra.

Junto con esas 20 vidas infantiles tronchadas, también se van las de seis mujeres, maestras, administradoras, consejeras, en alguna manera relacionadas con el plantel objeto de la ira asesina.  Mujeres que dedicaron sus vidas a educar a esas vidas nuevas.  Mujeres para quienes esos niños fueron su razón de ser, ese impulso que las hacía levantarse por la mañana para ir a su trabajo, sin quejarse de la vida que eligieron vivir, de la carrera que eligieron ejercer contra vientos y mareas.  Mujeres que vinieron a este mundo a servir, sin importar las consecuencias que ello les pudiera acarrear.  Y eso fue lo que hicieron.  Especialmente la maestra hispana (¿puertorriqueña, tal vez?) de apenas 27 años de edad, que escondió a sus estudiantes en un armario del salón de clase para poderlos proteger, para acabar perdiendo su vida a manos del desquiciado.

Y sí, como en los otros antecedentes que mencioné, también se fue la vida del aparente asesino, quien al ver sus opciones acabarse según se acercaban las autoridades al plantel—el mismo al que tuvo que ganar acceso por la fuerza, al hacérselo difícil el aparato de seguridad montado allí—, prefirió la solución fácil a tener que responder por su crimen.  Pero no sin antes haber asesinado a su propia madre de varios disparos a la cabeza… con un arma de fuego de varias que ella poseía.  Y vaya si da la casualidad de que la madre de su propio asesino era una entusiasta de las armas de fuego.

Pero entonces, ¿para qué querría ella tener un rifle de asalto, dos pistolas semiautomáticas y una escopeta?  (Y por favor, no me vengan a decir que las tenía para cazar venados u osos grises—personalmente, yo no creo que esos animales sean tan tontos como para dejarse cazar así.)  Y siendo el caso que su hijo era considerado como una persona con deficiencia en su desarrollo emocional (en realidad se dice que el joven padecía cierta clase de autismo), ese era el clásico accidente que esperaba por ocurrir.  Y se quisiera o no, ocurrió.

La verdad es que esta noticia es como para crearle a un@ una tormenta emocional.  Hay muchas cosas que pudieron haber llevado a un desenlace así de terrible—y mientras escribo esto (el 16 de diciembre de 2012, pasadas las 22:30 UTC –04:00), todavía hay más preguntas que respuestas.

Pero entre esas preguntas para las que debería haber una contestación, creo que sigue estando el por qué ese ensañamiento contra la niñez.  ¿Qué pudieron haberle hecho los niños de tan temprana edad al joven asesino?  A mí se me ocurre pensar que tal vez él los observaría y pensaría que ellos tendrían en su futuro mejores oportunidades que las que él tuvo durante esa misma etapa de la vida.  Que tal vez él se sentiría desdichado, pensando que la vida de esos niños y niñas era más feliz que la de él, a la que tal vez vería como un calvario.  Como una prisión de la que él trataba de salir sin éxito.  Una prisión en la que los muros y los barrotes eran de su propia construcción.  O tal vez él se sentía como la víctima de una “injusticia” percibida, en la cual otros podían ser felices en la vida y él no.  Y él tenía que “castigar” esa injusticia, hacer que el resto del mundo pagara su supuesta culpa.

Yo me imagino que no sería un caso muy diferente de aquellos que he mencionado en todos los años que llevo con este blog.  No muy diferente del caso de Paola Nicole, o del incidente en la escuela de los amitas en Lancaster, Pennsylvania, o la “madre” que asesinó a sus dos hijos (niña de 3 años, varón de apenas un añito) luego de una discusión con su compañero y quiso despistar a las autoridades hiriéndose e incendiando su vivienda (por si no tienen idea de por qué “madre” entre comillas).  Niñ@s que perdieron sus tiernas vidas a manos de gente sin corazón, sin alma.  Y mejor no sigo citando más ejemplos.

Así que por lo pronto, habrá que esperar por lo que arroje la investigación de las autoridades.  Pero para mí una cosa sí es segura: en más de un sentido, el trágico tiroteo en la escuela elemental de Sandy Hook, Connecticut, representa la pérdida de la inocencia, tanto la de los niños, como la de toda una comunidad.

Y con mucha pena por esta pérdida irremediable, especialmente en plena época navideña, lo dejamos ahí.  Hasta la próxima.

LDB

Esta carrera, la corre Puerto Rico: Primera valla

Vote 12345
Vote 12345 (Photo credit: Wikipedia)

Amigas y amigos, mi gente, admito que hoy por la mañana me levanté pensando que las cosas iban a ser iguales que siempre.  Que algunas personas se saldrían con la suya, ya fuera que el Soberano, el Pueblo—así, con mayúscula inicial—les dijera que no querían que se desestimara la expresión de su voluntad.  Que el sensacionalismo más burdo y los golpes de efecto prevalecerían en el debate sobre cómo aliviar los problemas que vivimos a diario los puertorriqueños, y que otras voces que tenían argumentos de mayor sustancia quedarían ahogadas en medio de ruido y la estridencia.

Pero conforme han pasado las horas desde esta mañana, ha resultado que mi pronóstico pesimista había fallado.

Hoy, 19 de agosto de 2012, se consultó al Pueblo de Puerto Rico—esa entidad a la que los seudolíderes políticos que manejan sus destinos tienden a subestimar—sobre si se quería enmendar la Constitución de 1952 para restringir el derecho a la fianza, consignado en la Sección 11 del Artículo II (Carta de Derechos), a fin de que al mismo no tuvieran acceso los acusados de asesinato (especialmente asesinatos que se producen durante la comisión de ciertos delitos como violaciones sexuales o los que se cometen contra agentes del orden público en el cumplimiento del deber), y también para disminuir el tamaño de la Asamblea Legislativa (Senado y Cámara de Representantes), de los 27 senadores y 51 representantes que establece la Sección 2 del Artículo III (Del Poder Legislativo) a un número menor de legisladores, aunque manteniendo el mismo presupuesto para sus operaciones.  Y hoy, 19 de agosto de 2012, el mismo Pueblo de Puerto Rico al que se consultó le contestó a sus seudolíderes que no querían ni una cosa ni la otra.

Tal vez será cierto eso de que el Pueblo es más inteligente que quienes lo dirigen.  Tal vez el Pueblo le está diciendo a sus seudolíderes que asuntos de la naturaleza de los dos que se presentaron a votación hoy no son como para tomarse a la ligera, con alternativas que parecerán buenas sobre el papel—con todo y la capacidad del papel para aguantar todo lo que le escriban encima—, pero en la realidad no funcionan como debería esperarse.  O tal vez el Pueblo está empezando a ir más allá del oportunismo y los golpes publicitarios de efecto, como la archifamosa “sacada de dedo”.

Tal vez lo que hoy dijo el Pueblo es que se deben atender seriamente las causas de raíz de los dos problemas que se pretende resolver.

¿La de la criminalidad—o no será también, la criminalización de la pobreza?  Mediante programas de prevención de problemas en el hogar y en la escuela, una mayor atención a la condición mental de nuestra gente—que en muchos casos, no es la mejor—, un sistema de salud que atienda las necesidades de la gente al tiempo que maneja eficientemente sus costos, y que no se base tanto en la ganancia que pueda sacar un proveedor de servicios de salud.  Añádase a eso un sistema de justicia que funcione contra quienes no funcione la prevención.  Un sistema de justicia que tenga jueces mejor capacitados que lo que tenemos hoy en día—y cuya discreción (la misma que ya señalé anteriormente que no es muy confiable en algunos casos) era la pieza clave en la propuesta enmienda sobre la fianza—y fiscales que puedan preparar casos sólidos contra acusados de delito, casos que no se caigan porque a alguien se le olvidó escribir una fecha o una palabrita fundamental (por ejemplo, “premeditación”) en los documentos correspondientes.

¿Y qué hay de la de lo de la Legislatura?  Además de considerar de manera seria y sin demagogias el mandato aquél sobre la unicameralidad, mandato que el tribalismo y los egos partidistas no permitieron que se concretara, ¿qué tal si empezamos por un mejor cernimiento (en español boricua, “screening”) de las personas que pretendemos enviar al máximo foro deliberativo puertorriqueño?  ¿Qué tal si los partidos políticos puertorriqueños asumen su responsabilidad consigo mismos y con los demás y evita que agresores conyugales, delincuentes reales o potenciales, quienes viven “del cuento” o quienes se asocian con gente de dudosa reputación aspiren a un puesto del poder que representa un puesto legislativo?  ¿Qué tal si aspiramos más bien a que la Legislatura sea de calidad, no de cantidad?

OK, ya sé, ya sé: Es demasiado pedir.

Por lo pronto, las reacciones han sido las de siempre, especialmente las que demuestran un pobre espíritu de competencia (como la de cierta ex-presidenta cameral y ex-jueza apelativa, dando en Twitter—medio por el cual dejó ver su prejuicio en todo su esplendor—su “agradecimiento” a cuanta clase de criminal se le ocurriera por el rechazo a la enmienda propuesta).  Pero como dicen, a cada cual su santo.  Al menos, lo importante es que ya empezamos a correr esta carrera, una carrera en la que la pista tiene vallas, tal vez difíciles de cruzar… pero de que las podemos cruzar, las podemos cruzar.  Y las cruzaremos, no importa cuán altas nos las quieran poner.  Y como decía una promoción que se pasó antes de y durante las recién concluidas olimpiadas de verano Londres 2012, “esta carrera, la corre Puerto Rico”.  Y recién acabamos de cruzar la primera valla.

¡Y vamos a dejarlo ahí!  Cuídense mucho y pórtense bien.

Soy Luis Daniel Beltrán y yo apruebo esta entrada. Pulgar hacia arriba

(Y por si lo quieren saber, a las dos propuestas enmiendas yo las voté así: Pulgar hacia abajo Pulgar hacia abajo.  Y PUNTO.)

Los que van a morir te saludan… ¡o no!

"Thousands gather at the Subtreasury Buil...
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“«Ave, Caesar, morituri te salutant» (trad. lit. «Salud, César, los que van a morir te saludan»).”

Según las fuentes que cita Wikipedia, este saludo se atribuye generalmente a los gladiadores en la antigua Roma, quienes lo pronunciaban antes de sus combates en el Coliseo.  Sin embargo, según el historiador y biógrafo romano Gaio Suetonio Tranquilo [¿70?–¿126?], mejor conocido como Suetonio, el saludo fue pronunciado más bien por un grupo de criminales condenados a morir en simulacros de combates navales presenciados por el emperador Claudio—y el saludo iba dirigido a éste, al que se referirían como «imperator», y no al César.

Yo no sé qué piensen ustedes, amigas y amigos, mi gente.  Pero para mí, una frase como la que encabeza la entrada de hoy implica un sentido de sacrificio, de valor ante una situación tan adversa, de la que sólo se tienen dos opciones para salir: vencer o caer vencid@, luchar o morir.  Significa reconocer la necesidad de vencer todos los obstáculos para poder sobrevivir, y hacerle saber a quien coloca todos esos obstáculos que se está dispuesto a dar ese sacrificio—o como lo dicen hoy en día, “dar la milla extra”.  Para mí es como decir, “Mira: ¡Aquí estoy yo!  Tírame con todo lo que tengas, que estoy dispuesto a enfrentarlo, aunque tenga que morir en el proceso.”

¡No!  No se asusten: morir (en su sentido literal) no está entre mis planes en este momento—como no lo está en los planes ni en la mente de nadie que salga a la calle a buscarse el pan de cada día, o a “hacer lo suyo”, muy a pesar de quienes salen a la calle con otra cosa en sus planes, con intención de hacer lo que a su manera es “lo suyo”.  Más bien, pensé en ese saludo como en un grito de lucha en contra de muchas de las injusticias que venimos presenciando últimamente.  Desde la incompetencia manifiesta en muchos de nuestros pseudolíderes (¡cuánto tiempo hacía que no utilizaba esa palabra en este blog!) políticos, algunos de los cuales se comportan más como “títeres de caserío” (y pido disculpas si ofendo con ello a la gente de los caseríos—más bien, la buena gente de los caseríos y las áreas pobres y marginadas, que son muchos más), pasando por el miedo a que se descubran sus chanchullos y traqueteos financieros (al oponerse a que se reanude la divulgación de las finanzas y pagos de impuestos de muchos de ellos, luego de que un nuevo “Código Electoral para el Siglo 21” eliminara ese requerimiento)—y con ello, que se sepa que a Fulano “le regalaron” un automóvil lujoso o que a Zutana le “saldaron” en un par de años una hipoteca residencial de las de a 30 años (¡sabrá Dios con qué dinero!)—, hasta las consecuencias de esa incompetencia: asesinatos hasta a plena luz del día, aumento en los casos de violencia de todo tipo (especialmente conyugal y familiar), un trasiego de drogas que nadie parece atreverse a detener, serios problemas de salud física y mental, una economía en decadencia y que no da señas de recuperarse… de veras, ¿quieren que siga?

Me pregunto si tal vez sea necesario recordarle a quienes juegan (y yo no creo que haya otra manera de decirlo que no sea ésa) con el diario vivir de la gente, como si fueran peones de ajedrez, que tienen una responsabilidad social que han desatendido por muchos años.

Y no me sorprendería que un día de éstos surja algún evento que lleve a manifestar el descontento de los puertorriqueños con la manera en la que se han estado haciendo las cosas.  Total, eso es lo que está ocurriendo mientras escribo esto, con las manifestaciones de indignación colectiva conocidas genéricamente como “Occupy Wall Street, tal vez inspiradas en muchos de los movimientos de “indignados” en Europa y en los países árabes.  (Vía Wikipedia: en inglés, en español.)  Y le duela a quien le duela, e independientemente del contexto, el enojo colectivo (y por consiguiente, la indignación) tiene mucho poder para cambiar las cosas.  Y a quienes les caiga el sayo, les convendría mucho ponérselo.

Por supuesto, si los blancos o “tarjetas” de ese enojo e indignación hacen caso… ya eso es otra cosa.  Tal vez estén tan ensimismados dentro de su propio universo, tan enajenados de la realidad del mundo en el que—les guste o no—les ha tocado vivir, y hasta de su propia realidad.

Por cierto, según Suetonio, Claudio habría contestado el saludo de sus combatientes con «Aut non», o sea, «O no». ¿Será que él tenía tanta confianza en los combatientes como para esperar que éstos no murieran en pleno ejercicio? ¿O estaría tan desconectado de la realidad que estaba por presenciar? ¡Quién soy yo para saber eso!

¡Y vamos a dejarlo ahí!  Cuídense mucho y pórtense bien.

LDB

Misas sueltas de agosto–versión de 2011

From his vantage point high above the earth in...
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Amigas y amigos, mi gente: Aquí estoy de regreso, aunque nunca me he ido—como tal vez se habrán dado cuenta por los dos o tres cambios de diseño que me da por hacerle al blog de un día para otro.  Pero bueno, lo único que les pido es que me tengan un poco de paciencia cuando eso sucede, aunque voy a tratar de hacerlo lo menos seguido posible, ¿OK?

Dicho eso, voy a tratar de ponerme al día con varias cosas que llamaron bastante mi atención mientras no estuve escribiendo este blog.  El único “pero” que tengo es que esta entrada podría salir más larga de lo debido, pero como la moda ahora es decir como la nueva versión (de 2011) del clásico tema del grupo, “El Gran Combo de Puerto Rico”, “echar pa’lante, nunca pa’atrás”… pues echemos pa’lante, shall we?

1) El caso del asesinato “atenuadito”

Primero en la agenda es el furor que ha causado la decisión de una jueza de primera instancia (emitida el 11 de agosto de 2011, pero divulgada casi una semana después) de declarar a un acusado en un caso de violencia de género de tipo conyugal, culpable de “asesinato atenuado”* por los hechos (irónicamente, ocurridos el 2 de abril de 2010, o sea, el Viernes Santo de ese año) en los que le dio muerte a su esposa (de la que estaba separado) mediante golpes en el rostro con un tubo de los que se utilizan en el reemplazo de gomas para autos (“llantas” o “neumáticos” en otros países hispanohablantes).  O sea, que a pesar de toda la prueba desfilada, incluida la confesión que se alega que el individuo hizo a las autoridades en el momento en el que intervinieron con él, una jueza de primera instancia optó por no hallarlo culpable de asesinato en primer grado—dada la saña y la premeditación que él habría mostrado en la comisión del delito—y, a mi entender, se dejó llevar por el “¡ay bendito!”, ese sentimiento de pena y hasta solidaridad que (para bien o para mal) nos caracteriza a los puertorriqueños, y lo declaró culpable de “asesinato atenuado”.

(Baidegüei, la versión original que yo quería hacer de esta parte de la entrada incluiría una cita directa de los artículos en el Código Penal de Puerto Rico de 2004, relacionados con el asesinato, sus modalidades y las distintas penas a aplicarse.  Pero para no hacer esta entrada más larga de lo debido, les ofrezco lo que dice el Artículo 108 sobre el “asesinato atenuado”: es aquel asesinato que “tiene lugar en ocasión de súbita pendencia o arrebato de cólera”, y en Puerto Rico se penaliza como asesinato en tercer grado—el mismo grado que constituye la muerte ocasionada como lo indica el Artículo 109 que le sigue, “al conducir un vehículo de motor bajo los efectos de bebidas embriagantes, sustancias controladas o con claro menosprecio de la seguridad de los demás; o al apuntar y disparar con un arma de fuego hacia un punto indeterminado”.  Aquí les dejo la referencia: Delitos contra la vida (Código Penal de Puerto Rico 2004), Biblioteca PopJuris, visitado por mí el 14 de agosto de 2011.)

Hay veces en las que no sé si estas cosas suceden a propósito, porque haya quien se divierte creando situaciones sociales delicadas, sólo por ver reaccionar a los sectores sociales con mayor conciencia y sentido de humanidad…  OK, estoy estirando un poco el “chicle” porque aquí viene uno de esos “clichés” que yo odio a muerte: Como siempre, las reacciones no se hicieron esperar.  (Reacciones que en esta ocasión recoge la Lcda. Verónica Rivera Torres en su blog, Mujeres en Puerto Rico.)  Y esas reacciones han sido principalmente de indignación por la decisión tomada, de preocupación por apuntar a un retroceso hacia los tiempos en los que estos casos se hacían llamar “crímenes pasionales”, en los que al calor del momento se priva de la vida al ser que alguna vez se juró amar para siempre.

Pero una de las reacciones más interesantes ha sido la de cuestionar a la jueza que tomó la nefasta decisión.  Para much@s(incluido quien les escribe), no tiene sentido que una jueza que tiene ante sí prueba de los delitos cometidos, que incluso evaluó la confesión del acusado—que se presume que la prestó libre y voluntariamente y sin ninguna clase de presión indebida—, hubiera sentido “pena” por el acusado, incluso excusándole su conducta conyugal hacia la víctima.  Poco hubiera faltado para que la “distinguida” jueza determinara que la víctima se infligió a sí misma las heridas que la mataron (¡!), o que la víctima fuera la clase de persona que resultaría herida de un balazo, ¡si tuviera la mala suerte de estar en el medio de una pelea a cuchillazos!

Francamente, me rehúso a creer que en la judicatura puertorriqueña hayan personas capaces de tomar decisiones como ésa, aun teniendo las pruebas ante sí.  Lamentablemente, para que quienes leen esto fuera de Puerto Rico lo sepan (aunque con la experiencia de sus propios países no les sorprenda), no todos los jueces en Puerto Rico se consideran adalides de la justicia—problema que se ha estado criticando por años y años.  Y aunque—ALERTA DE CLICHÉ… ALERTA DE CLICHÉ… ALERTA DE CLICHÉ—la gran  mayoría de los jueces en Puerto Rico son honestos y decentes, gente que tiene que arar con los bueyes que el sistema de justicia les da, lamentablemente, algunos miembros de la judicatura no tienen la sensibilidad para atender situaciones como la de este caso.  Tal vez no tienen ni idea del desamparo que dejan a las víctimas, si éstas logran sobrevivir (aunque para ellas, la vida no será lo mismo), o a quienes les sobrevivan, como consecuencia de decisiones a todas luces malas.  Y esas víctimas o quienes les sobreviven acaban por perder la fe en un sistema al que acudieron en busca de justicia, sólo para acabar derrotados y dejados a morder el polvo.

Lamentablemente, esa es una de esas cosas que ya dejó de sorprenderme que ocurran.

2) El caso de la querellante fantasma

Lo otro que me llamó la atención esa misma semana fue el extraño ataque contra la reputación del reconocido salubrista puertorriqueño, José “Chaco” Vargas Vidot, fundador y líder de la organización no gubernamental, Iniciativa Comunitaria.  Todo surgió de lo siguiente:

“Una doctora boricua de nombre María Rodríguez presentó una querella ante el secretario de Justicia Federal, Eric Holder, contra el reconocido salubrista y líder de la entidad Iniciativa Comunitaria, José Vargas Vidot.

“Entre las alegaciones de Rodríguez están, que Vargas Vidot se hace pasar por médico aun sin tener licencia para practicar la medicina y que utiliza instrumentos médicos. Así como que utiliza vestimenta ‘médica’ y que permite que en los medios de comunicación se refieran a él como médico y galeno.”

(Adaptado de: Presentan querella federal contra Vargas Vidot y alegan que no es doctor, Primera Hora, 10 de agosto de 2011 @ 13:06 UTC –4.)

Ante esto, Vargas Vidot ofreció una conferencia de prensa horas después, en la que explicó que a pesar de que estudió medicina y de estar diplomado debidamente, optó en su momento por no tomar el examen de reválida y decidió hacer su práctica en salud pública.  O sea, que en lugar de sentarse cómodamente detrás de un escritorio en un consultorio con aire acondicionado, recetando sabe Dios cuántas Valium a pacientes depresivos o bipolares, él quiso dedicar su vida a ayudar a los deambulantes, a los adictos a drogas, a las prostitutas, en fin, a todos aquéllos a quienes la vida ha relegado a vivir eternamente en la miseria, a quedar en el olvido de una sociedad que se niega a verlos, que no quiere mirarse en el espejo porque le duele ver su propio reflejo.

Pero lo peor del asunto es que la doctora que presentó la querella ante la justicia estadounidense, una tal “Dra. María Rodríguez”, con “licencia número 606”, o no existe o es tan cobarde como para esconderse detrás de un seudónimo y de una licencia falsa (ya que ni siquiera ese número de licencia está activo en el organismo puertorriqueño que regula la práctica profesional de la medicina).  Y aun cuando el propio Vargas Vidot sonó un poco conciliatorio durante su conferencia de prensa y tuvo a bien perdonar a la supuesta doctora por su proceder (con lo que demostró aquello de lo que Prometeo da testimonio en esta entrada de Poder 5), muchos de nosotros (y de nuevo me incluyo) pensamos que lo ocurrido fue un acto mezquino, una muestra de la peor cobardía posible.  Un acto que como se puede leer de la cita que hice un momento atrás, denota muchas cosas: envidia, inmadurez, deseo de perjudicar a terceros, en fin, maldad absoluta.

Y siempre sucede que lo que cree quien comete actos como éste, o hasta quien los propicia (porque siempre queda la sospecha de que alguien los propicia—y no me sorprendería de que así fuera en este caso), es que con ello destruye cualquier esfuerzo que vaya dirigido a mejorar la vida de los marginados, a darles nuevas posibilidades, a darles la esperanza de una vida mejor.  Pero como siempre sucede, quien así crea se equivoca.  Creerá que al destruir a un hombre (o por lo menos, tratar de destruirlo) destruirán su misión, destruirán su propósito, su función en la vida.  Al contrario, no lo lograrán, porque siempre existirá la necesidad de darle apoyo a los marginados, de decirles que son seres humanos, de decirles que tienen tanto derecho a una vida digna y decente como el que más, de decirles que no están solos en este mundo.

Y mientras haya esa necesidad, siempre habrá gente como el Dr. José Vargas Vidot… ¡gústele a quien le guste!

3) Los vientos huracanados de agosto

Por último, demás está decir lo sorprendente que ha sido recibir sistemas ciclónicos tan temprano en la temporada de huracanes del Océano Atlántico Norte como en el mes de agosto.  Digo, hasta ahora, mi experiencia había sido que las tormentas más fuertes se sintieran ya entrado septiembre y hasta mediados de octubre (que los meteorólogos—no “metereólogos”, como solemos escucharle a alguna gente supuestamente culta—nos dicen que es la punta estadística de la incidencia de sistemas atmosféricos con potencial ciclónico).

Pero la cosa es que durante el mes de agosto han sido dos los sistemas atmosféricos que nos ha dado más dolores de cabeza—¡y lo que falta todavía!  “Emily”, hace dos semanas, pasó al sur de Puerto Rico con secuelas de lluvias fuertes.  Pero entonces, para hacerme quedar mal, creíamos que el próximo sistema que apuntaba hacia el Caribe seguiría el mismo rumbo, y no fue así.  “Irene” pasó por Puerto Rico como tormenta tropical en la madrugada del lunes 22 de agosto de 2011, pero se convirtió en huracán a su salida de la isla a mar abierto.  (Mientras escribo esto, “Irene” se mantiene como huracán y apunta a rozar la costa este de los EE.UU.—y hasta penetrar los estados del noreste—, probablemente desarrollándose con mayor intensidad en el proceso.)

Y nuevamente, ha quedado al descubierto las fallas que suelen ocurrir en los sistemas vitales para los ciudadanos: líneas eléctricas tumbadas por los vientos o por ramas de árboles, viviendas sin servicio de agua potable, derrumbes de tierra o roca suelta (o ambas) sobre las carreteras, particularmente las del interior montañoso boricua, viviendas afectadas por las crecidas de los ríos, al lado de los cuales ni se debió haber construido las mismas…

¿Será que no hemos aprendido de tantas veces que la naturaleza descarga su furia contra nuestra isla?  ¿Cuantas veces tendremos que darnos con la cabeza contra la misma pared?  (Y esa pared, hace rato está teñida de rojo sangre…)  Digo, para muchas personas es evidente que ello es el reflejo de años en los que la planificación no era lo suficientemente proactiva como lo debería ser hoy en día.  (Y aún así, hay áreas de la planificación que creo que aún no han evolucionado desde el siglo pasado, pero ya eso es otro tema.)

Pero en fin, habrá que ver cuántos de estos fenómenos atmosféricos tendrán que pasar por Puerto Rico, aunque sea “por un pelo”, antes de buscar la manera de prevenir sus efectos más adversos.  Yo prefiero creer que no será muy tarde para ello.

Y ahora sí, ¡vamos a dejarlo ahí!  Cuídense mucho y pórtense bien.

LDB

Palabras, palabras, tan sólo palabras?

Gabrielle Giffords, Democratic nominee and gen...
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¿Cómo estamos, amigas y amigos, mi gente?  Vamos a la carga, como siempre.

(Y si pueden aguantar un poco hasta el final de la entrada, les diré cómo han ido las coas en mi casa estas pasadas semanas, ¿OK?)

La verdad es que no hay nada como un tumulto para empezar un nuevo año, como ya vimos en la entrada anterior.  Pero si es un tumulto ocasionado por el intento de acabar con la vida de alguna figura pública, sea de aquí o de allá, yo me pregunto si eso es un signo de lo que nos espera en el año que recién acaba de comenzar.  Y ciertamente eso fue lo que ocurrió el sábado 8 de enero de 2011—apenas dos días después de los desafortunados eventos del Día de Reyes en Puerto Rico—, cuando en medio de una actividad política frente a un supermercado de Tucson, un desquiciado (y no creo que haya otra palabra para describirlo) sacó una pistola semiautomática para dispararle a la representante Gabrielle Giffords (Demócrata por el estado de Arizona) y—no conforme con eso—”a todo lo que se moviera” alrededor de ella.  Hombres, mujeres, niños, personas de edad avanzada, etc.  ¿Qué importa que sean dos o tres, o seis, o diez, o cien, o mil…?  No hubo quien se salvara de ser una “tarjeta”.

(Sí, mi gente: nuevamente Arizona está en las noticias, y una vez más—como hemos visto una y otra vez—por las razones equivocadas.  Pero ello no es por culpa de la gente buena que vive allí.  Yo creo que ésa es la mayoría, muy a su pesar.)

Mirando el caso a dos semanas de que el mismo ocurriera, veo que sacó a la luz muchas cosas.  Sacó a la luz la cobardía de un aspirante a asesino (y lo de “aspirante” me viene a colación en el sentido de que su objetivo cardinal, él no lo logró consumar—es más, en lo que resta de la entrada me referiré así a esta persona, porque no creo que él merezca que se mencione su nombre aquí) que por alguna oscura razón (que al momento en que escribo esto, sólo él la sabe) quiso matar a una parlamentaria, quiso hacer alguna especie de “justicia torcida”.  Tal vez él quiso con ello cobrar venganza porque el ejército estadounidense no le permitió “ser todo lo que él podía ser” (con arma de fuego incluida).  Tal vez él quiso buscar una retribución contra el colegio comunitario que lo suspendió de sus aulas, por exhibir rasgos de conducta no muy apropiados para una persona en sus cabales, y que a la vez eran una amenaza para otros estudiantes, profesores y demás.  Total, que pueden ser muchas cosas las que hayan llevado al individuo a emprender su guerra contra el mundo, una guerra en la que de todos modos, ya está martirizado por su propia mente.

El caso también sacó a la luz el heroísmo de quienes trataron de salvar a los objetos de la descontrolada ira criminal del aspirante a asesino, como la del caballero de mayor edad que dio su vida para evitar que a su esposa, su amor de toda la vida, la alcanzaran lo plomos mortales, o como el ayudante de la congresista herida, quien acudió a su lado para darle las primeras ayudas.  Y también el heroísmo de quienes lograron detener al individuo, justo cuando estaba en el proceso de colocarle 30 balas más al peine de su pistola—peine cuya capacidad legal en otros estados sería apenas una tercera parte o la mitad.  (Y entonces, uno se pregunta cómo es posible que a este individuo el ejército estadounidense no le permitió llevar un arma de fuego en combate, y entonces la sociedad civil le permite comprar una semiautomática con las balas y un peine de alta capacidad.  Eso es irónico, pero más que eso, es una ironía de consecuencias fatales.  Y quién sabe cuántos más en la misma situación andan por ahí.)

Pero sobre todo, sacó a relucir la ilusión de una niña de 9 años de edad, una hija de la tragedia (por haber nacido un 11 de septiembre de 2001, cuando todos mirábamos con horror la afrenta de un grupo de fanáticos religiosos cuyo norte era—y sigue siendo—la venganza contra el mundo), de nombre Christina Taylor Green, que lo único que quería era conocer a su congresista, preguntarle, mostrar interés en el proceso político… y quién sabe si procurar mejorar el mismo para dejarle a las generaciones que la seguirían un futuro mejor para su nación y para el mundo.  Un futuro mejor que, lamentablemente, ella no podrá ver realizado (al igual que muchos de nosotros, pero como recién acabo de indicar, quién sabe qué hubiese sido).

Y en una manera no muy deseada, todo este incidente sacó a relucir el debate sobre los discursos de odio en los Estados Unidos (y especialmente en Arizona, por las razones que ya conocemos), y si ese discurso afecta o no las mentes de las personas “impresionables”, al punto de llevarlas a cometer actos violentos contra las figuras de autoridad contra las que va dirigido tal discurso.  Lo malo es que ese debate se ha reducido al jueguito infantil—jugado por personas supuestamente adultas, capacitadas y maduras—de “Yo no fui, fue Teté.  ¡Pégale, pégale, que ella fue!”  (Hasta me viene a la mente mientras escribo, la imagen de dos borrachos tratando de acabarse a los puños el uno al otro.  ¡Tremendo espectáculo!)

Y si de ese jueguito se trata, una que lo ha sabido jugar (bien o mal, pero lo ha sabido jugar) fue la ex-gobernadora de Alaska y ex-candidata vicepresidencial Republicana, Sarah L. Palin, cuya página en Facebook incluía un mapa con distritos congresionales a ganar por los candidatos respaldados por el movimiento del “Tea Party” (sobre el cual yo escribí anteriormente), marcados con miras de rifle, y cuya retórica está tan cargada de imágenes como la de “no retroceder” y “volver a cargar” el fusil (o el rifle, o como lo quieran llamar).  Por supuesto, cuando ella se las vio malas y no buenas (como lo hubiera dicho mi madre, QEPD) por culpa del mapita ése, ella lo retiró y posteriormente se justificó por medio de un vídeo, en el que ella se expresa de manera fiel a su estilo de desmerecer a quienes ella considera como que quieren hacerle daño—especialmente la prensa liberal (los “mainstream media”, como siempre) que se puso a especular con que el discurso de odio de la derecha reaccionaria tuvo sobre el aspirante a homicida el mismo efecto que las andanzas de los caballeros medievales habrían tenido en cierto Alonso Quijano, de algún lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…

(Aunque por supuesto, los motivos del Quijote fueron, son y seguirán siendo muchísimo más nobles…)

Ciertamente, muchas son las cosas negativas que han resultado de la matanza del 8 de enero de 2011 en Tucson, Arizona.  Pero por lo menos ha habido destellos de esperanza, como la rápida recuperación (a la fecha en que escribo) que ha venido observando la congresista Giffords desde que fue llevada al hospital.  Una recuperación que comoquiera se tomará su tiempo, que requerirá empezar desde cero, que será como volver a nacer.  Y también se ha abierto la puerta a una discusión sobre el civismo en el debate público, un debate que se atenga preferiblemente a la discusión de las ideas, sin entrar en consideraciones mezquinas, sin generar odios ni resentimientos contra quienes puedan pensar o actuar o ser “distintos”.  Pero esa es una herida que—a mi modo de ver—requerirá más tiempo para sanar, y sobre todo, mucha paciencia y valor para poderla afrontar.

Al menos me alegra saber que en mi paso por el valle de lágrimas que nos toca vivir cada día en Puerto Rico, lo más que he podido ver en líneas similares fue un intento de agresión con un huevo contra el gobernador de Puerto Rico, Luis G. Fortuño Bruset.  Quiera Dios que las cosas no pasen de eso, pero no debemos olvidar que a veces, de las palabras cargadas de ira y de odio, hacia una consecuencia mucho más funesta… ¡a veces es sólo un paso!

¡Y vamos a dejarlo ahí por el momento!  Cuídense mucho y pórtense bien.


P.S.  Voy a lo que les prometí al comienzo de la entrada.  Como ya sabrán, mi tiempo ha estado bastante ocupado con mi trabajo (que apenas está empezando a ponerse más complicado) y la recuperación de mi padre, quien sufrió una caída a mediados de diciembre mientras colocaba unas luces ornamentales navideñas en mi casa.  Me place decir que, gracias a Dios, mi padre se ha estado recuperando paulatinamente de los efectos de su caída.  Basta con decir que cuando lo trajeron a mi casa la noche del lunes en el que sufrió la caída (13 de diciembre de 2010), él apenas podía dar un paso sin ayuda, y no podía afirmar el peso del cuerpo sobre la pierna del lado afectado (lado izquierdo); sin embargo, ya hoy él puede moverse bastante bien con aparatos (bastón, andador).  Aún quedarán algunas semanas más de recuperación, pero confío en que él saldrá adelante.  Así que como lo dice el “Sabelotodo” de Primera Hora… eso era.


LDB