Haz lo que yo digo, NO lo que yo hago: Edición “Fuego y Azufre”

OK, pellízquenme los brazos si lo he mencionado anteriormente en este blog.  Pero casi 4 décadas después recuerdo el comentario que me hizo una compañera de estudios en la actual Universidad de Puerto Rico en Humacao, mientras esperábamos el inicio de una clase en el programa de Biología Marina.  La joven, cuyo nombre ya no puedo recordar (aunque sí recuerdo que era del vecino pueblo de Gurabo), pero que era miembro de una iglesia cristiana protestante (hasta donde yo tenía conocimiento), me contaba sobre una situación en la que se había visto un pastor evangélico de su comunidad, en la que enfrentaba algún cargo por un incidente violento, creo que contra una menor de edad.  Puede que yo no recuerde mucho de lo que ella comentó, pero ella hizo un señalamiento que desde entonces llevo grabado en mi cabeza:

“Algunos que dicen ser cristianos son hasta peores que el mismísimo demonio.”

(Y ahora que me doy cuenta, por lo menos en una ocasión mencioné esta anécdota en el blog.  OK, ya está bueno, ¡dejen de pellizcarme, que eso duele!  ¡AAAYYY! Llorón )

Reloj

(OK, mis brazos ya están bien, puedo seguir escribiendo.)

Pues bien, hoy fue una de esas veces en las que me acordé de las palabras de la compañera universitaria de entonces, al ver en mi cuenta de Twitter una noticia en particular.  Una noticia que, queramos o no, nos lleva al trágico evento ocurrido el 12 de junio de 2016, cuando un individuo presuntamente influido por la ideología radical musulmana—la misma que, a mi entender, no es representación fiel de las buenas personas que practican esa religión, y que es detrás de lo que se esconden pandillas de asesinos, como la que se hace llamar “Estado Islámico de Irak y Siria” (o “de Irak y el Levante”) (y sí, eso es ese grupo, y como tal hay que llamarlo, como una pandilla de asesinos que no merece ninguna legitimidad en lo absoluto, ni religiosa ni política)—asesinó a 49 personas—23 de las cuales eran puertorriqueñas—en la discoteca “Pulse” de Orlando, Florida (antes de ser abatido por las fuerzas policiales).  Cuarenta y nueve personas que salieron a divertirse ese sábado por la noche, como cualquiera de nosotr@s lo haría—pero sin pensar que esa diversión acabaría costándoles la vida.

Y no pasaron 4 días desde el trágico suceso, cuando a una persona identificada como pastor evangélico de una localidad en el vecino estado de Georgia se le ocurrió colocar la siguiente expresión en su cuenta de Twitter:

“Been through so much with these Jacksonville Homosexuals that I don’t see none of them as victims. I see them as getting what they deserve!!”

¡Todo porque el escenario de la matanza era un club nocturno frecuentado por—o cuyas actividades están dirigidas a—homosexuales!    (Además de que equivocó el nombre de la ciudad, porque Jacksonville está al norte de Orlando, casi en la colindancia estatal con Georgia.)  Es más, voy a volver a la misma entrada de mi blog que cité hace un momento, porque creo que lo siguiente le cae como anillo al dedo, a éste y a muchos otros a quienes el sayo le cae perfectamente:

“Yo me cuestiono cómo… el dirigente de una congregación religiosa, la clase de persona que debe predicar el amor al prójimo, la paz, la buena voluntad para con los demás seres humanos—sean cristianos, judíos, budistas o musulmanes… sean blancos, negros, hispanos, orientales o nativo americanos… sean heterosexuales, homosexuales, transgenéricos, etc.—, sea la misma persona que predique el odio contra un grupo en particular por su implicación en unos hechos tan nefastos…  ¿… será de los ciegos que se ufanan de algo así como… ‘mi religión/mi Dios/es mejor que tu religión/tu(s) dios(es)’?”

Pero, ¿qué tal si echamos este otro ingrediente en la olla, a ver la clase de guiso que resulta?

“Puede ser que muchos de los que son rápidos para juzgar y para condenar las ‘fallas’ de los demás—pero lentos para perdonar a quienes cometen esas ‘fallas’, lentos para solidarizarse con el ser humano que habita dentro de eso que llamamos ‘pecador (o pecadora)’—queden retratados en una afirmación como la que cito….”*

[…]

“Si alguno de es@s que mencioné arriba viene a decirme que habla de parte de Dios… lo siento mucho por ell@s, pero no se los voy a creer.  Tal vez porque sus corazones encierran otra cosa, porque guardan otro sentir que no es consecuente con la prédica de la paz y el amor, con el ideal de ayudar a quienes sufren, a quienes lloran, a quienes necesitan de nuestro apoyo y solidaridad.  Tal vez porque en realidad, son fieles a otro amo, que no es a quienes tanto dicen ser fieles.”

(* La afirmación a la que me refiero está en: Evangelio según San Lucas, capítulo 16, versos 13–15; citado de la versión Dios Habla Hoy.  México, D.F.: Sociedades Bíblicas Unidas, 1983.)

Pues bien, parece que mi entonces compañera de estudios y yo tenemos razón, muchos años después.

Según esta nota publicada por el portal noticioso Fusion, el mismo pastor evangélico de Georgia que dijo que las 49 víctimas de una ira asesina—y repito, incluidas 23 víctimas puertorriqueñas—recibieron “su merecido” por ser lo que cierto ex-presidente del Senado boricua llamaría “torcidos”, fue arrestado este fin de semana por cargos de acoso sexual simple y agravado, en la persona de un menor de 16 años miembro de su congregación, en hechos ocurridos hacia el año 2010.

¿Alguien tiene una explicación RACIONAL para esto?  Una explicación de por qué una persona que está llamada a predicar la paz, el amor, y más que nada, el perdón de nuestras fallas como seres humanos, busca satisfacer a escondidas los impulsos carnales que tanto le critica y condena a otr@s.  ¡Así cualquiera!  De un lado, condenando los impulsos carnales que—según él—llevaron a los 49 de “Pulse” a recibir el “castigo de Dios”, mientras que del otro lado, cediendo a esos mismos impulsos carnales.

Tal vez le cae perfectamente ajustado el sayo del que sirve a los 2 amos.

Tal vez conviene repasar algo que escribí anteriormente sobre las personas no heterosexuales (o sea, homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales y transgénero), las mujeres víctimas de violencia de género y los inmigrantes ilegales:

“Y estos tres sectores, entre tantos sectores marginados de nuestra sociedad, acabarán como objeto de la ignorancia, el odio y la ira de gente a la que describí en una ocasión anterior como ‘quienes creen ser mejores hijos de Dios que los demás’, como ‘personas bañadas de «rectitud» de arriba para abajo’—sin dar precisamente los mejores ejemplos de esa rectitud que tanto ostentan.  Y acabarán pagando los platos rotos de quienes no se atreverían a enfrentarse a un simple reto que los ponga en evidencia, a ver si demuestran los valores que tanto le exigen tener a los demás.”

Y lamentablemente, tanto al asesino de la discoteca “Pulse” como al pastor evangélico que quiso pasar por más santo que Dios, les cae perfectamente ese sayo.

¡Y vamos a dejar eso ahí!  Cuídense mucho, pórtense bien y sean personas razonables.

Soy Luis Daniel Beltrán… ¡y yo apruebo esta entrada! Pulgar hacia arriba

Te puede pasar a ti también

Ya casi han pasado 2 semanas desde que ocurrió lo impensable, que alguien tuviera el atrevimiento de ensañarse contra el orden y la ley en Puerto Rico.  Dos semanas desde que una representante del Ministerio Público se convirtiera en víctima de un acto criminal.  Y para colmo, casi a la puerta de su casa, donde la esperaba su familia, donde podía sentirse protegida del desquicio del mundo exterior, donde ella se podía sentir en paz consigo misma y con la vida.

Mientras escribo esto, vamos para 2 semanas desde el asesinato a balazos de la fiscal Francelis Ortiz Pagán, justo cuando llegaba a su casa de practicar su oficio.  Un oficio en el que ella estaba despuntando, como acusadora contra elementos criminales de alto riesgo para una sociedad puertorriqueña que se precia de ser civilizada.  Un oficio arriesgado, de esos que hacen que quien lo practique tenga que ser cautelos@.  Pero que alguien tiene que hacer por el bien de este país.

Y aun así, ocurrió lo impensable comoquiera.

De inmediato, la conmoción y la especulación fueron la orden del día.  Que si fue algún delincuente que dio la orden para que la mataran, así como lo hubiese dispuesto en su tiempo Pablo Escobar en Colombia.  O como le alcancé a escuchar decir a un chismoso en mi lugar de trabajo (¡y tod@s tenemos uno de ésos bocabajo en nuestros lugares de trabajo!), que en el lucimiento de su ignorancia dijo que había sido el esposo de ella—quien resulta ser otro abogado altamente reconocido en Puerto Rico—que la había mandado a matar.  Y eso, ¿para qué?  ¿Para dejar huérfana intencionalmente a una niña de poca edad—que como quiera tendrá que llevar la dolorosa carga de haber perdido a su madre de una manera tan cruel?  La verdad es que para insinuar una cosa como ésa hay que ser…

Total, que al final resultó que se trató de un intento de robo violento del vehículo de la infortunada y que resultó en violencia, al no poderse lograr el objetivo de despojarla de su vehículo.  Y todo, porque a uno de los sospechosos se le antojó el vehículo en el que ella iba.  Ni que fuera un trofeo de caza, aunque de todos modos, como lo confesaba el mismo sospechoso hace unos días, de eso se trataba, de salir de noche en busca de autos que robar, sin importar a quién se los quitaban.

Y eso lo hace muy espantoso.  Porque pone de manifiesto lo grave que es el problema de criminalidad en Puerto Rico.  Un problema con el que gobierno que viene y gobierno que va han estado lidiando sin resultados que valgan la pena.  O del que tal vez se beneficia tácitamente, como aquella hipótesis que mencioné en una ocasión anterior.

Pero lo más espantoso es que pone de relieve esa frase que nos viene desde tiempo inmemorial: puede ocurrirle a cualquiera.  No importa si eres rico o pobre.  Hombre o mujer.  Obrero o profesional.  Persona sola que tal vez no tenga alguien que la apoye, o aquélla que tiene un hogar y una familia que la espera.

De hecho, aunque a mí personalmente no me ha sucedido algo tan fuerte como lo de la fiscal asesinada (excepto por 2 ocasiones en las que me han robado vehículos que he tenido), en mi entorno personal ha sucedido.  Yo conozco de por lo menos alguien muy allegado a mí que tuvo que pasar por la horrible experiencia de ser secuestrad_ (y escribo esa palabra así intencionalmente, espero que entiendan el por qué) durante un robo violento de su vehículo, que afortunadamente sobrevivió y por el que actualmente hay una persona convicta y encarcelada.  Y déjenme decirles, no es fácil lidiar con una experiencia como ésa, y algunas personas que la han vivido no salen muy bien de la misma.  Pero esa persona muy allegada a mí sobrevivió y está haciendo su vida, tan en paz como le sea posible.

Porque vivir en paz en el Puerto Rico de hoy en día se está volviendo imposible.  Y más cuando se tiene que salir a la calle sin saber si se regresará a la casa san@ y salv@, expuest@ a verse—sin querer—en medio de un tiroteo entre carros, o en el lugar de trabajo o en algún lugar público supuestamente seguro—como en el caso de la joven que recién había dado a luz en un hospital de Mayagüez, sólo para morir acuchillada por un adicto que se puso una bata de médico para engañar a medio mundo y buscarse “la cura”.

Así es como nos tienen a los que estamos en la rueda de abajo.

Mientras tanto, la partidocracia portoricensis se entretiene tratando de perpetuarse y de poner obstáculos a quienes no la favorecen, las arcas del país se siguen vaciando en una caída libre hacia el abismo y se sigue tratando de perpetuar una situación política a la que se le ha visto la costura.  ¡Y a Dios que reparta suerte!

En lugar del cierre habitual de la entrada, lo que me resta por hoy es desearle un buen viaje a la fiscal Ortiz, en la esperanza de que lo poco que hubiese podido lograr a lo largo de su carrera haya sido de beneficio para una sociedad agobiada como la nuestra, y que dondequiera que ella esté, tenga la satisfacción de que habrá justicia.  Costará mucho trabajo, sudor y sacrificio, pero no dudo en que se logrará.

¡Que así sea!

LDB

El verano del descontento

A day without immigrants, May 1, 2006. Descrip...
A day without immigrants, May 1, 2006. Descriptions shall come later. (Photo credit: Wikipedia)

Cualquiera diría que las fuerzas supremas que rigen el universo se levantaron un día de este verano por el lado de la cama que está pegado a la pared—y créanme, no es muy agradable despertar así.  Que mientras el mundo se entretenía en Brasil viendo cómo 22 jugadores de bandos opuestos corrían de lado a lado dándole patadas a un balón, en un regio baile mundial que terminó cuando los alemanes le hicieron “flippenfläppenmuckenßpræden” a los argentinos (y por favor, no me pregunten qué significa la claje ‘e disparate que acabo de escribir), en varios lugares de ese mismo mundo había una olla de conflictos por hervir o en plena ebullición.

Tenemos un ejemplo bastante gráfico en el nuevo conflicto entre los israelíes y los palestinos de Gaza—uno de tantos conflictos entre ambos bandos que se remontan a los “good old days” del Antiguo Testamento bíblico—, supuestamente desatado tras el secuestro y asesinato de 3 adolescentes israelíes y el supuesto secuestro y asesinato de un joven palestino en represalia.  Un conflicto en el que cada bando tiene su parte de responsabilidad, en el que cada bando trata de defender lo que entiende es suyo.

Y lamentablemente, un conflicto en el que la respuesta de cada bando no guarda ni la más mínima simetría.  Cohetes palestinos que pocas veces alcanzan su objetivo, ante las astutas defensas israelíes.  Cohetes israelíes que supuestamente alcanzan su objetivo en Gaza… o al menos, eso es lo que se le quiere hacer creer al resto del mundo.

El saldo hasta el momento refleja esa asimetría.  Una gran cantidad de víctimas civiles en el lado palestino, frente a sólo 2 ó 3 civiles del lado israelí (más un par de decenas de militares—pero en Tel Aviv dirán que “eso no es ná’, ellos son reemplazables”).  Hombres, mujeres y niños.  Más o menos un millar de víctimas palestinas en el momento en el que escribo esto.  Víctimas en una cacería de terroristas en la que todo se vale.  Bombardear escuelas, hospitales, balnearios playeros, hasta los refugios administrados por la Organización de las Naciones Unidas (la misma que para ambos bandos es buena cuando les conviene).  Y todo, porque los israelíes alegan que los palestinos de Gaza ocultan sus lanzadores de cohetes en esos mismos lugares, y utilizan a su propia gente como escudos humanos.

Pero déjenme decir algo: tan mal está el que se esconde detrás de gente inocente para atacar y hacer daño a otros, como el que mata o manda a matar a esa misma gente inocente para evitar que “nazcan” los futuros terroristas—y después se lava las manos como Pilatos y trata de manipular la opinión mundial para que ésta acepte su historia como “la realidad”.

Pero ¡ay! de quien trate de descorrer el velo que oculta la otra cara de esa realidad por estar “en el lugar correcto en el momento correcto”, como lo sabe de primera mano el periodista de la NBC estadounidense que tuvo que sufrir una represalia de sus jefes tras ser testigo de primera mano del bombardeo de una playa en la que apenas unos minutos antes había jugado con unos niños que más tarde se convertirían en víctimas.  (Digo, ¿no es para eso que existen los periodistas, para ser testigos de aquello de lo que se hace la historia de la humanidad?)  Y aunque el medio para el que trabaja lo llegó a remover de esa asignación “por su seguridad”—para reemplazarlo con otro periodista de mayor estelaridad cuya “seguridad” debía preocupar igual—, la molestia con dicha decisión ha permitido que él siga ahí, mostrando las cosas desde otra perspectiva.   La de quienes dicen no tener nada que ver con los cohetes que se lanzan contra Israel, la de las ciudades y villas de Gaza destrozadas por una guerra que no parece tener más sentido que el de los viejos odios de antaño, una guerra en la que hay hombres, mujeres, y sobre todo, niños que llevan la peor parte.

Y ya que hablamos de niños que llevan la peor parte, no hay más que mirar un poco más de cerca, al influjo creciente de menores centroamericanos que cruzan la frontera de los Estados Unidos de México con los Estados Unidos de América.  Como todas aquellas masas hacinadas de inmigrantes desamparados y azotados por la tempestad a las que le cantaba la poetisa estadounidense Emma Lazarus (1849–1887) en “The New Colossus”,* llegan buscando respirar en libertad, buscando aquello que llaman “the American dream”.  Y por todo el riesgo que corren sus vidas en el intento, todo lo que encuentran es un sistema de control fronterizo estadounidense que hace lo que puede por atenderlos, a veces más allá de su propia capacidad.

Eso, y los efectos de la ignorancia, el odio y la intolerancia, con los que se han rechazado los vehículos que los tratan de llevar a las facilidades donde se les debía dar el cuido que la más elemental humanidad exige.  Sentimientos que muchos estadounidenses, lamentablemente, lucen como si fuera una medalla de honor, como si eso los hiciera superiores al resto de los seres humanos.  Sentimientos que son alimentados por ideologías que descuentan a quienes no son “iguales” que quienes las impulsan y las propagan, y mucho menos que quienes caen en la trampa de seguirles sin cuestionar esas ideologías.  (Y ésa es la misma gente capaz de esperar a que culmine la administración del presidente Barack H. Obama en enero de 2017—y haya un nuevo presidente—para diz que “residenciarlo”, de tanto que los ciega el odio contra “el otro”.)

Lo malo del caso es que ese odio y esa intolerancia no permiten ver con claridad—mucho menos entender—la(s) razón (razones) por la(s) que tantos niñ@s centroamerican@s se ven obligados a abandonar sus países para hacer ese arriesgado y peligroso viaje hacia el norte.  En particular la violencia generada por las pandillas juveniles en muchos de esos países centroamericanos.  (De paso, aprovecho para recomendarles este informe del 2009 sobre la violencia juvenil y las “maras” y pandillas en El Salvador, especialmente las páginas 6–15, en las que se presenta el marco conceptual del estudio—una excelente descripción que tal vez nos ayude entender un poco mejor ese problema… y quizás en el proceso podamos ver cuán retratados estamos en esa realidad, nos guste o no.)  O la violencia ocasionada por el tráfico de drogas provenientes de la América del Sur, a través de los mismos países centroamericanos, para satisfacer una necesidad de consumo en los propios EE.UU.de A.—o sea, un caso de “oferta y demanda” como cualquier otro, como lo plantea una entrada reciente en el blog “Two Weeks Notice”.  Pero no, tal vez entender eso sea un esfuerzo sobrehumano para las “mentes”—si se les puede llamar así—de aquellas personas para las cuales la ignorancia es su savia, lo que les da la vida.

No me sorprendería que ése sea el mismo caso entre israelíes y palestinos, que desde tiempo inmemorial no pueden entenderse los unos a los otros, no se pueden ver las caras los unos a los otros, y están cegados por su propio odio y su propia intolerancia.

¡Quién sabe!  Tal vez si se acabara con ese odio, con esa intolerancia, con esa ignorancia que te hace levantarte un día y decidir que quieres atacar la casa de tu vecino para liquidarlo a él y a su familia y “prevenir” que éstos te ataquen, o decidir que no le vas a permitir la entrada a tu casa a alguien de otro lugar que esté huyendo de una situación problemática en su propia casa, porque es “diferente” a ti, se podría evitar muchos de los conflictos que han plagado a la humanidad.  Cuántos esfuerzos no se han hecho para acabar con los conflictos alrededor del mundo, principalmente por quienes aún quieren ser optimistas, por quienes no pierden la fe en la discusión sosegada de los asuntos, quienes quieren buscar las causas de los problemas, en lugar de dar palos a diestro y siniestro como “disuasivo”.

Pero como dije al principio, parece que esta vez, las fuerzas supremas que rigen el universo se levantaron un día de este verano de muy mal humor.  Tal vez debería ser tiempo de que esa rabieta se les pase pronto.  O por lo menos, debemos aspirar a que esa rabieta se les calme.  Cuanto antes, mejor.

¡Y vamos a dejarlo ahí!  Cuídense mucho y sean personas razonables.


* Cortesía del traductor de Google (con alguna ayudita de mi parte), ésta es la cita del poema de Emma Lazarus a la que hago referencia:

“Dame tus cansados​​, tus pobres,
Tus masas hacinadas anhelando respirar en libertad,
El desamparado desecho de tus rebosantes playas.
Envía estos, los desamparados, azotados por la tempestad, a mí:
Levanto mi lámpara junto a la puerta dorada.”


LDB

La “percepción razonable”, ¿es de queso y se come con melao?

Esta semana, mientras buscaba en la Internet información para uno de esos proyectos que tengo, de esos que puede que se den en mi futuro profesional y puede que no, me surgió una duda relacionada con una frase que a veces se usa bien o mal, pero que puede tener sus implicaciones.  Se trata de la percepción razonable.

Si les parece haber visto esa frase en este blog, es por que hace ya 2 años le dediqué una entrada.  Aunque tal vez en mi prisa por desarrollar el tema de esa entrada—el incidente en el que el adolescente de raza negra, Trayvon Martin, perdió la vida manos del “vigilante vecinal” George Zimmerman, blanco y de ascendencia hispana (del que este último se saliera con la suya) me dejé llevar por la ola y no exploré debidamente el significado de esa frase.  (Y si así fue, les pido su indulgencia, amigas y amigos, mi gente.)

A mi entender, por lo que he podido ver en las redes, la percepción razonable es un concepto que parece ser tan natural y tan aceptado como un@ cambiarse de ropa, como algo que se da por hecho.  Y leyendo la entrada anterior a la que me refería, así como otras variaciones sobre el mismo tema (como el caso del proyecto SB1070 de Arizona), me sigue dando la misma impresión.  Pero creo que no debería ser así, ante las consecuencias que puede tener el uso—correcto o indebido—de ese concepto.

Comoquiera, para tratar de acortar este cuento, tal vez sería apropiado dividir el concepto de percepción razonable en sus componentes principales.  Según el Diccionario de la Real Academia Española en su vigésimo segunda edición (2001), percepción es “acción y efecto de percibir”.  A su vez significa, percibir significa, entre otras cosas, “recibir por uno de los sentidos las imágenes, impresiones o sensaciones externas”, o como “comprender o conocer algo”.  Por su parte, razonable tiene varias definiciones, entre las cuales se destaca su sentido de “arreglado, justo, conforme a razón”.*

El significado de percepción razonable, no obstante, pudiera entenderse mejor (para los fines de lo que estoy escribiendo aquí) a través de un concepto legal que sí pude encontrar durante mi búsqueda, el de la persona razonable.  En el diccionario de términos legales de The Free Dictionary Online encontramos lo siguiente:

“A phrase frequently used in tort and criminal law to denote a hypothetical person in society who exercises average care, skill and judgment in conduct and who serves as a comparative standard for determining liability.”

Según esa definición, la persona razonable es este hipotético miembro de la sociedad que ejerce prudencia y buen juicio en su conducta, o sea, que actúa de manera conforme a la razón—por lo que dentro del contexto de esa definición, se suele tomar a esa persona hipotética como la norma para determinar responsabilidades en ciertas situaciones.

Y si vamos a ver, la existencia de esta persona hipotética es importante en muchos contextos.  Ejemplo de ello lo encontré apenas unos minutos antes de empezar a teclear estas líneas, en una (a mi juicio, excelente) página producida por el Secretariado de la Junta de Hacienda de Canadá (“Treasury Board of Canada Secretariat” o “Secrétariat du Conseil du Trésor du Canada”), en la que se discute la apariencia de conflictos de interés en el sector público de ese país.  De especial interés es la cita siguiente de dicha página:

“(A)n apparent conflict of interest need not be a major one: if it is reasonably perceived by a reasonably informed and reasonable person that there is a conflict of interest, the situation—in plain language—fails ‘the smell test’ and infringes the rules.”

O sea, que basta con que una persona razonable, que ejerce una conducta prudente y juiciosa en su sociedad, que basa sus actos y su conducta en la razón, cuyos sentidos obtienen información con la que se ayuda a formar una impresión, una opinión informada, pueda tener una impresión de que un servidor público está involucrado en un conflicto de intereses para determinar que una situación dada es incorrecta.  O como lo decía cierto antiguo comercial de salsa de tomates, “¡a tomates no huelen!”**

Así que en resumidas cuentas, para mí la percepción razonable viene siendo el entendimiento o comprensión que una persona razonable tiene sobre un asunto o situación particular.  (Por supuesto, si esto está bien o mal esbozado… por algo hay una caja para comentarios al final de cada entrada de este blog, así que ilústrenme en los comentarios de ésta si me equivoco.)  Aunque cabe pensar cuán razonable es esa percepción en casos como el de George Zimmerman o el de la iniciativa de corte anti inmigrantes de Arizona—y podríamos pensar que en ninguno de esos casos les asiste el uso de la razón, aunque eso dependerá de los insumos en los que se base la percepción en cada caso.  Pero así es la vida: cada ciego que toque la pata de un elefante pensará que está tocando el tronco de un árbol.  Eso sí, no quiero pensar en qué pasará cuando ese “tronco” empiece a moverse.

Y ya que entiendo que he podido librarme razonablemente de esta duda, ¡vamos a dejarlo ahí!  Cuídense mucho y sean personas razonables.


* Otras fuentes consultadas, como el diccionario en inglés de Merriam-Webster, definen de manera similar ambos conceptos.  La definición de percepción sería más o menos así (con mi traducción al español): “la manera en la que usted piensa sobre o entiende alguien o algo”, o “la manera en la que usted nota o entiende algo mediante el uso de uno de sus sentidos”.  Por su parte, razonable según la misma fuente (también con mi traducción al español) será “estar de acuerdo con la razón” o “que tiene la facultad de juicio” o “que posee un juicio sólido”.

** Para quienes leen esto en otros países y se preguntan a qué ca…ramba se refiere X o Y cuando utiliza esa frase en alguno de los blogs puertorriqueños: La situación se da en el contexto de que se está comparando el revestimiento interior en las latas de la salsa de tomates objeto del comercial (OK, mejor lo digo: salsa de tomates Goya) con los de otras marcas de la competencia; lo que se implica es que la lata de la salsa de tomate del anuncio preserva mejor el olor del tomate que la de las marcas rivales.  El caso es que para dramatizar ese argumento, primero le ponen en la cara a la modelo una lata “ya usada” de la salsa de tomates del anuncio y su expresión es—”wait for it”—positiva.  Sin embargo, una vez le ponen en la cara las latas “usadas” de salsa de tomates de las otras marcas, el rostro de la modelo hace una expresión de disgusto controlado—que hubiera sido como para otorgarle el “premio de la academia” por la mejor actuación dramática en un comercial de salsa de tomates—y entonces hace el “delivery” de la archifamosa frase, “¡a tomates no huelen!”.  Aclarado queda.


LDB

Y tú, dónde estabas cuando…

John F. Kennedy motorcade, Dallas, Texas, Nov....
John F. Kennedy motorcade, Dallas, Texas, Nov. 22, 1963 (Photo credit: Wikipedia)

A un niño que está exactamente a 14 días de cumplir los 5 años de edad, no le será fácil entender el por qué de la interrupción súbita en su entretenimiento infantil de la tarde.  Pero algo estaba ocurriendo en ese momento.  Algo terriblemente malo.  Algo que hizo que todo el ambiente se hiciera sombrío en un instante, como si una perfecta tarde soleada diera paso con poco aviso a un barrunto de tormenta.

Algo había ocasionado que se interrumpiera la transmisión de algún programa para niños, en alguna de las tres televisoras comerciales de San Juan que (aparte de la emisora gubernamental WIPR-TV) se sintonizaban entonces en el este de Puerto Rico,* para dar paso a una noticia apremiante.

Había ocurrido un evento trágico en Dallas, Texas.  El presidente de los Estados Unidos de América, John Fitzgerald Kennedy, el líder de una de las dos principales potencias mundiales de entonces, había sido abaleado mientras recorría la ciudad en una caravana.  Sentado en el asiento trasero de un convertible (o descapotable, como los llaman hoy).  En presencia de su esposa que lo acompañaba a su izquierda, vestida elegantemente de color de rosa.  Frente a una multitud horrorizada que no podía creer lo que veía.  Ante la mirada atónita de un aparato de seguridad—bien o mal conformado—que a toda carrera tenía que sacar del área de peligro al preciado objeto de su custodia y llevarlo a un hospital para intentar salvarle la vida a como diera lugar.

Intento que de todos modos no rindió frutos, por más esfuerzos que se hicieran, ante la gravedad de las heridas.

Pero de que algo trágico había ocurrido, no había la menor duda.  Y de que el impacto de ese algo trágico fue enorme, tampoco quedó la menor duda.

Lamentablemente, después fue que comenzaron las dudas.  Posteriormente fue arrestado un sospechoso, quien cometió la torpeza de matar a un agente de la policía.  Pero ese sospechoso, ¿qué motivos tenía para asesinar al presidente Kennedy?  ¿Habría actuado por su cuenta, o bajo órdenes de alguien más—el hampa, los cubanos revolucionarios o los exiliados, los soviéticos?  “You name it!”  Y si así fuese, ¿quién era ese alguien más?  ¿Había con él otro asesino—u otros asesinos—para distraer a las autoridades?  Peor aún, ¿por qué las autoridades “no vieron venir” el que un hampón, dueño de un club nocturno, tuviera la ocurrencia “altruista” de ajusticiar al supuesto asesino bajo sus propias narices?  Y eso, ¿para qué?  ¿Para hacer expedita la justicia… o para que no hablara, para que no dijera la verdad de lo que ocurrió?

¿Tal vez para que nunca se sepa esa verdad y el evento se quede para siempre en el mar de las dudas, donde se cuecen las teorías de conspiración, las mismas que—bien o mal—ponen en tela de juicio “la versión oficial” de los hechos?

Ese 22 de noviembre de 1963 en Dallas, el mundo tuvo un despertar bastante rudo a una realidad.  De que un día que comienza como un día cualquiera, sólo para convertirse en una pesadilla en un abrir y cerrar de ojos—algo que se vería nuevamente casi 38 años después en New York, Washington y Shanksville.  De que las grandes figuras públicas no están exentas de ser víctimas de un acto barbárico.  Un acto en el que al igual que 38 años después, el mundo salió con su inocencia perdida.

Por cierto, es interesante que uno de los legados más duraderos de este evento trágico sea escuchar desde entonces una pregunta: “Y tú, ¿dónde estabas cuando mataron al presidente Kennedy?

Es más, si ustedes quieren saber dónde estaba yo cuando mataron al presidente Kennedy… bueno, tal vez quieran volver a leer los primeros dos párrafos de esta entrada.  Pero mejor, dejémoslo ahí.


* Para entonces, WKAQ-TV y WAPA-TV estaban en Puerta de Tierra y la WKBM-TV de Pérez-Perry (la antecesora de WLII-TV, Univisión-PR) estaba en Santurce.


LDB