Fuenteovejuna en Sirte

Title page of a comedy by Spanish playwright L...
Title page of a comedy by Spanish playwright Lope de Vega - Image via Wikipedia

¡Adió’ cará’!  ¿Que ustedes todavía están aquí, leyendo esto?  Para mí esto demuestra una de dos cosas: que ustedes son tan fieles seguidores de este blog, lo que me da el honor—más bien, el privilegio—de llamarlos “amigas y amigos, mi gente”… o que el Ing. Harold Camping, o sea, el viejo loco ése que se la pasa proclamando “el fin del mundo” cuando él lo dice

(Redoble de tambores, ¿por favor?)

¡falló otra vez (y seguirá fallando)!  ¡A ver con qué excusa sale ahora!  Es más, permítanme hacer una predicción aquí (digo, para eso y mucho más éste es mi blog):

ESE SEÑOR MORIRÁ DE VIEJO Y/O DE LOCO UN DÍA DE ÉSTOS.

Y aunque tenga tanta probabilidad de que ocurra una cosa como la otra—o sea, que él muera de viejo y loco o que sólo muera de viejo—, ésa sí que es una predicción que no debe fallar.

OK, ya nos quitamos de encima a ese desquiciado, así que vamos a lo que vinimos hoy.

Lo primero que pensé mientras revisaba mi cronolínea de Twitter después del mediodía (en hora de San Juan) del jueves pasado fue algo así como, “Esto debe ser una broma, ¿verdad?”  Ya para entonces, los medios principales estaban dando cuenta de que las fuerzas rebeldes en Libia habían ubicado al depuesto dictador, el Col. Muammar Abu Minyar al-Qadhafi,* y lo habían capturado.  Digo, de ser eso cierto—y acuérdense, eso era lo que yo pensaba en ese momento—, significaba que él habría cometido algún error táctico que lo hubiera dejado al descubierto, que le hubiera dado un exceso de confianza en que podía salir del lío en el que estaba metido.

Lo que no me esperaba fue lo que observé un par de minutos después en mi cronolínea (y si se preguntan, es que estoy traduciendo literalmente la palabra “timeline”), cuando los servicios de noticias que sigo en Twitter informaban que Qadhafi había sido muerto por los mismos rebeldes que lo capturaron.  “Bueno, pero y… ¿qué es esto?  ¿Será que el individuo se resistió a que lo capturaran y por eso lo mataron?”  Digo, eso sonaría más parecido al dictador desafiante, egocéntrico y excéntrico (al punto de mandarse a hacer una pistola en oro—mostrada gustosamente al mundo por alguno de sus captores-ejecutores luego de consumarse el hecho), al hombre que por 42 años rigió con mano de hierro los destinos de su país, el que los países de Occidente le atribuyen auspiciar y fomentar actos de violencia contra otros seres humanos—como albergar a los dos nacionales de su país que mataron a 270 personas (11 de éstas, en tierra) cuando derribaron un avión de pasajeros sobre una villa escocesa en diciembre de 1988 (vía Wikipedia: en español, en inglés).  O por lo menos, yo no lo vería de otra manera.

Y según se iban confirmando los primeros datos, surgió que pudo haber habido otra manera… aunque mientras escribo esto, eso es algo que no se sabe con certeza—y quién sabe si nunca se sabrá cuál fue esa manera.  Pero las imágenes no podían ser equívocas: un coronel Qadhafi ensangrentado y golpeado, arrastrado por la calle por sus captores, en actitud desafiante, como si aún tuviera la facultad de intimidarlos para que lo dejaran ir, so pena de una fuerte y dolorosa represalia… sólo para aparecer hecho cadáver pocos segundos después, sin que hubiera alguna constancia de cómo llegó al final de sus días.  Sólo el cadáver ensangrentado en el piso, en medio de la turba.  Sólo lo que parece ser un agujero de bala en la sien izquierda, de esos que se ven pequeños de entrada, pero dejan un gran destrozo a la salida.

Francamente, eso es para que ustedes y yo nos preguntemos: ¿era eso realmente necesario?  ¿Acaso cuesta mucho apresarlo y llevarlo donde las nuevas autoridades libias (aun si éstas no están muy bien constituidas que digamos) para someterlo a juicio, y que sean esas mismas autoridades las que decidan su destino?  Digo, algo así fue lo que se hizo con Saddam Hussein en Iraq—con quien, por cierto, Qadhafi comparte ahora la dudosa distinción de haber sido capturado mientras se escondía en la tierra: el dictador iraquí, en un agujero; el dictador libio, en una tubería de drenaje pluvial.  Pero tengo que insistir de nuevo: ¿qué les costaba a los rebeldes enjuiciarlo, exponer a su pueblo y al mundo las atrocidades, los lujos, las excentricidades, las componendas, todo, todo, TODO?  ¿Tanta prisa tenían ellos por “hacerle un favor” a los libios, y por extensión, al resto de la humanidad?

Y aún así, no sería la primera vez en la Historia de la humanidad que ocurre algo así, especialmente cuando no se sabe exactamente quién hizo el disparo fatal:

“JUEZ: ¿Quién mató al Comendador?

“PASCUALA: Fuenteovejuna, señor.”

(Tomado de: Fuenteovejuna, por Félix Lope de Vega y Carpio [1562–1635].)

Tal vez, Libia se convirtió en la nueva Fuenteovejuna y los libios son ahora los villanos (en el sentido antiguo de la palabra, no en el de “los malos de la película”, mind you) que se tomaron la justicia en sus manos.

¿Qué me dice a mí todo esto?  Tal vez que llegan momentos en la vida de los pueblos, cuando éstos se cansan de los abusos repetidos de quienes ostentan el poder.  Tal vez que quienes abusan de ese poder, quienes violan la confianza que se les ha dado, se exponen a que el descontento estalle, como un envase cerrado al que le aumentan la presión y revienta—al no tener por dónde liberar esa presión.  Y cuando ese estallido se produce… hay que tenerle mucho cuidado.  Y si no lo creen, fíjense en Irak, en Egipto, o hasta en Haití.

Y eso es algo a lo que yo creo que algunos dictadores en funciones o en ciernes deben prestarle mucha atención, porque en ello se les puede ir la vida.  Total, que de nada les servirán los lujos, los placeres, y hasta las excentricidades—como la pistola de oro del dictador libio (que de “gran cosa” le sirvió).  Ahí no habrá salvación posible, no podrán evitar atenerse a las consecuencias.

¡Y vamos a dejarlo ahí!  Cuídense mucho y pórtense bien.  Ah, y nos vemos en la próxima entrada, que será oficialmente la número 400.  ¡Como pasa el tiempo!


P.S. Aunque se podría “castellanizar” un el apellido de este señor como “Gadafi”, voy a optar por no hacerlo en esta ocasión.


LDB

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