Amigas y amigos, mi gente, quiero comenzar la entrada haciendo una confesión…
(NO, no es lo que ustedes están pensando si es que creen que voy a meterme a… esteeeeeeeeee… a ponerme con “esas cosas” después de viejo…)
En serio ahora: las últimas semanas han sido para mí un tiempo en el que me ha atacado un virus: el virus del desánimo, la decepción, el cansancio con la “jaibería” que nuestros políticos nos regalan a diario, con esa desfachatez con la que se nos falta el respeto a quienes les dimos la encomienda de gobernar responsablemente—total, para arrepentirnos después de haber dejado esa responsabilidad en las manos quienes no la saben ni la quieren asumir. Ésa, más otras razones personales, han sido la causa de que no me vean tan a menudo por aquí como desde que comencé a escribir este blog a finales de 2003. Durante este tiempo ha habido ocasiones en las que me he quedado sentado frente a mi computadora, mirando fijamente la copia de la plantilla descargada a mi Windows Live Writer™ (esta hermosa plantilla “Mystique” que uso al momento en que escribo esto para WordPress.com), pensando si de veras valía la pena escribir algo que reflejara mi sentir sobre los acontecimientos más interesantes de la semana sin sonar repetitivo. (¿Les conté en alguna ocasión sobre la mañana aquélla en la que me quedé mirando la ropa de mi armario durante media hora, ponderando si valía la pena salir a la calle a trabajar? Si no, algún día lo haré—quedan advertidos.)
Es en momentos como éste cuando aparecen (por intervención divina o por casualidades de la vida, dependiendo de quien de mis lectoras y lectores crea o no—y con perdón de los que no creen, yo sí creo) palabras que ayudan a recuperar el aliento, que ayudan a retomar el rumbo que uno se ha decidido a caminar. Y quiero tomarme la iniciativa de reproducir aquí esas palabras:
“Toda esta situación que apabuya (sic) el cerebro ha prolongado mi falta de ánimo para escribir, ya en parte superada mi gran tristeza de los pasados meses. Al parecer algo similar le está pasando a un número de blogueros y blogueras que casi no escriben sobre lo que ocurre o publican sobre asuntos sin importancia local. Prometeo dice, con razón, que los boricuas nos encontramos en estado de estupor.
“Por su parte, Siluz, al celebrar los 5 años de Escribiendo en voz alta nos recuerda en la cita de Graham Greene que: ‘Escribir es una forma de terapia. A veces me pregunto como se las arreglan los que no escriben, los que no componen música o pintan, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana’.
“No… el 2012 no pinta nada bien. Pero quiero (y espero) seguir escribiendo, para sobrevivir y salir del estupor.”
(" El 2012: más engaños, corrupción e impunidad. Pero sigamos escribiendo. " Sin Mordazas, por Ivonne Acosta Lespier, 31 de enero de 2012.)
Sí, a mí también me ha atacado últimamente esa sensación de estupor que describe Prometeo en su entrada, según Ivonne lo recoge en la suya propia. Pero entonces leo las palabras de Graham Greene que Siluz cita en su entrada (de nuevo, según las recoge Ivonne) y me pongo a pensar: Se supone que ésa la manera en la que he pensado este blog desde que lo comencé a finales de 2003, ¿no? Como una terapia para escapar—de la manera en la que mejor pueda—de la realidad que veo todos los días en Puerto Rico. Como una manera de comunicarle al mundo mi sentir sobre las cosas que están mal en mi propio país—y créanme, amigas y amigos, mi gente, cuando algo está mal, no me importa que lo haya hecho un Juan de los Parlotes cualquiera o que lo haya hecho el más encopetado señorón: simple y sencillamente, lo que está mal está mal, y hay que denunciarlo, y hay que alzar la voz para que se sepa que está mal y que eso no debe volver a suceder, hay que llamar las cosas por su nombre. PUNTO. Eso no admite términos medios.
(Eso sí, a juzgar por la clase de entrada que la gente busca a menudo cuando visita mi blog, tengo que hacer algunas excepciones… ¡pero ya ése es otro tema!)
Es más: Yo creo que luego de leer esa cita del blog de Ivonne (“featuring” Prometeo y Siluz—para que la cita tenga “flow”, ¿me entienden?), me siento que tengo nuevos ánimos, que puedo retomar mi camino, aunque me encuentre con los paisajes desoladores de siempre, con el pillaje oficial de siempre, con la “gansería” de siempre, con las faltas de respeto con las que otros se tratan de burlar de nosotros siempre. Y creo que es eso lo que voy a hacer ahora. Yo también seguiré escribiendo, porque yo también quiero sobrevivir. PUNTO.
¡Y vamos a dejarlo ahí—por el momento!
LDB